La conflictividad social que general el Lobo en el Principado de Asturias, es un tema vigente de pleno debate y controversia entre la ciudadanía.
Viene a resultar sintomática la afirmación falaz alentada y extendida por las organizaciones conservacionistas, muy especialmente por aquellas que forman parte del Comité Consultivo de la Gestión del Lobo cuando consideran que en el programa de actuación sobre el tratamiento en grado de sostenibilidad de una especie tan problemática, la finalidad es su erradicación y no su control. No es cierto, como se ha dicho, que se persiga la eliminación definitiva del Lobo, no es un deseo unánime compartido entre los distintos gremios afectados, ni se tienen antecedentes que así lo acrediten. ¿Por qué….¿realmente, quien o quienes desean la desaparición del Lobo o de cualquier otra especie? Es fácil sacar conclusiones y deducir que nadie. No se debe de hacer demagogia con la aplicación de estas inegativas actitudes, seguramente lanzadas al espacio informativo intencionadamente, tratando de ganar adeptos hacia una causa, con un cariz distorsionador caracterizado de falsa alarma carente de argumentación objetiva y por tanto credibilidad, ni tampoco poner en cuestión adversa condenable la conducta de aquellos que hacen de una necesidad su metodología de trabajo en aras de lograr el siempre necesario ajustado equilibrio ecológico, buscando prevención para el sector primario.
Adaptar la población del Lobo a parámetros de racionalidad parece sea lo más prudente. Todos los datos oficiales indican un crecimiento demográfico progresivo y esto es precisamente lo que se debe de controlar. No se debe de olvidar que estos cánidos, según datos oficiales, mata cada año en territorio astur, una media de 3.500 reses (un indicador elocuente que no admite componendas) algo que, por su magnitud, debe hacer reflexionar a todos. El Lobo ya se encuentra merodeando en busca de presa, en el umbral de asentamientos humanos. Es evidente que se ha producido un desplazamiento expansivo importante de este extraordinario depredador desde sus primitivos hábitats localizados en nuestra cordillera cantábrica, hacia la zona central de la región, incluso se ha detectado su presencia en la rasa costera de nuestro litoral marítimo, donde ya han dejado su huella y podido ser avistados.
Cuando por otra parte, contrariamente se afirma que la población y los ataques del lobo a la cabaña caballar, vacuna y bobina en Asturias no han aumentado, se debe de entender que esta indebida presunción de quien así se pronuncia, obedece a una configuración deformada del actual estado de la cosas en torno al Lobo, a diferencia de una realidad virtual. Se debe considerar, si la existencia actual de individuos y los destrozos que cometen en la ganadería doméstica, sin obviar la fauna cinegética y aquella otra protegida, carece de importancia y por tanto motivo y razón suficiente para que no haya intervención, o bien por el contrario la constatación veraz de haber logrado alcanzar esta especie un altísimo exponente expansivo en lo que afecta a su densidad, al que se le pueda aplicar un efecto balsámico en forma de reducción de manadas o individuos.
Conviene saber por la ciudadanía con un mayor nivel de conocimiento, para no confundirse, las cifras económicas que se vienen soportando desde el ejecutivo del Principado en base a la sostenibilidad en libertad de este cánido, poderoso carnívoro instalado en nuestra tierra en lo más alto de la cadena trófica o alimentaria, especie mimada, superprotegida por el conservacionismo ecológico, a diferencia de otras que no lo han sido, con los mismos derechos de atención, también emblemáticas, por el que estos grupos no han mostrado especial interés, causando un daño irreparable por estas actitudes tan sumamente contradictorias e inhibidoras. Me refiero, como es evidente, al urogallo cantábrico, ave en grado existencial en plenitud terminal, abandonada su recuperación durante un largo período de tiempo a su suerte y a lo que la naturaleza le depare.
Algo me hace pensar en la falta de objetividad a la hora de determinar el número de individuos de lobos censados por aproximación en nuestra comunidad por los encargados de hacerlo y la necesidad que han mostrado desde las instituciones públicas de reducir a parámetros coherentes las distintas manadas con asentamiento y colonización en periodo abierto extensivo constante, cada vez más cercano. Aquí fallan supuestamente la consejería y sus técnicos a la hora de valorar las estimaciones (no se entiende otra cosa, a expensas de que responsables se expliquen convincentemente) que se hacen en cuanto al aprovechamiento de efectivos. Mientras no hace mucho, escasos meses, se cifraba en la conveniencia de abatir, de forma puntual, parte de la población de lobos, estimando la cifra como idónea en torno a los 44 ejemplares, recientemente ha sido modificado por elevación este monto de capturas, llegando hasta los 94. Un dato indicativo de una cierta desorientación en lo que conviene hacer, porque… ¿Cómo es posible que haya tal disparidad de criterios, en tan corto espacio de tiempo? ¿Qué es lo que ha cambiado? ¿No son los mismos técnicos-funcionarios los que han hecho la labor de campo y han emitido sus correspondientes informes?
Como casi todo se sabe y si no para enterarnos para eso está el Boletín Oficial de la Provincia, me acerque a esta publicación, con el ánimo de saber algo más concreto y fehaciente sobre la realidad del lobo y sus consecuencias en materia de daños que producen sus ataques al ganado domestico en los altos pastizales de nuestra cordillera. Los lobos abatidos desde la aprobación en el 2002 del Plan de Gestión, hasta el año en curso, han sido 163, 11 heridos y 5 probables. La población de lobos asturiana forma parte de la que ocupa el cuadrante noroccidental de la península ibérica y que, en su conjunto, se estima compuesta por unos 2000-2500 ejemplares (este dato, entiendo debería estar más ajustado, es muy aleatorio el diferencial, lo que hace pensar que las cosas, en disciplina de recuento no se hacen bien). En Asturias solamente, arroja una media, hasta el 2010, de 33 manadas consolidadas, posteriores estadísticas lo sitúan en 36. Eso nos dicen.
En cuanto a daños materiales, desde el inicio del plan hasta fechas relativamente recientes, se ha recibido en departamento correspondiente de la consejería 22.778 expedientes (solicitudes de indemnización), de los que únicamente han sido denegados 2.045, lo que ha supuesto para la administración un desembolso de un importe de 6.148.390,89 Euros. Y lo que aún queda pendiente de indemnizar, tasado parece ser, del orden de millón y medio de euros.
Por lo tanto, sostener la actual dimensión cuantitativa del Lobo en Asturias, conlleva ineludiblemente un desembolso económico inaceptable por su elevadísima cuantía, cuyo monto final no tiene justificación que lo defienda. El Lobo si, pero menos.