Había comentado en otro post de este escritorio, sobre la
fiebre coleccionista de especies de caza que padecen un sinfín de aficionados a
este deporte. Evidentemente no son cazadores al uso, de recursos económicos de
condición modesta, de quienes escribía no hace mucho tiempo; foco de mi atención en aquel entonces.
Lo cierto es que existe otra corriente alternativa dentro de
la cinegética, con evidentes signos de
distinción económica elitista y reconocido prestigio otorgado por diversos
correligionarios en esta práctica.
Me refiero a esos
cazadores que hacen de este arte venatorio un hecho más singular aún, puesto que lo que les seduce y
persiguen es completar su colección de frontales e integrales sin repetición, de
especies objeto, en casos concretos exóticas, de ser abatidas dentro de la
legalidad que se requiere y darle cabida en un llamativo puzle con que adornar
alguna dependencia o pabellón confeccionado a estos efectos. Casi todos hemos visto
a través de medios temáticos, impresionantes salas de particulares saturadas de
esplendidos trofeos con distintivo de una fauna de características desiguales
en cuanto a su morfología se refiere, cuya procedencia abarca diversas zonas del
mundo.
No diré que les haya resultado fácil, pero si costoso en
distintas variantes, el logro de conseguir
hacerse con estas piezas, excelsas en
su composición y bien detalladas en su
exposición, tanto en calidad como en la volumetría, que hace pensar en la firme
voluntad, e inclusive arrojo y perseverancia de que estén imbuidos sus
captores. Hace falta poseer enérgica firmeza de ánimo, conocimientos y,
especialmente, capitulo decisorio para estos fines; disponibilidad económica
acreditada, pues no debemos olvidar las lejanas procedencias y las condiciones extremas, a solventar representadas
por climatológicas adversas y orografías de dificultoso transito que obliga a
estar en posesión de una satisfactoria condición física; la dificultad y lo gravoso de traerlas a casa,
con lo que ello supone.
Pudiera ser posible que, en ciertos aspecto poco interesa el
trofeo, aunque también, sino que se hace
necesario ampliar el salón familiar de las exposiciones con algún animal que
les faltaba a instancia de otros muchos más, en espera de poder añadir al tablero. Abatir cualquiera de nuestras
especies venatorias que campean a lo ancho y largo de la geografía española,
quizás pueda suponer una acción de bajo estimulo para quien ha cubierto en
estos actos sus expectativas de crecimiento en la caza tradicional, necesitando redescubrirse en otro tipo de caza.
El hecho diferencial de estas complejidades, cuestión que no
deja de serlo, estriba en la voluntad del individuo-cazador de acercarse a un
modo de reactivarse, para mí, mal entendida ¿Qué induce a un cazador domestico
a constituirse en un coleccionista de especies, en algunos casos, de dudosa
clasificación, aunque predominen las venatorias? ¿Porque esa necesidad de ir
cumpliendo etapas en pos de algo nuevo que antes no se tenía? Quizás ya, la motivación no sea la misma; el
estado emocional de antaño haya perdido
intensidad, ante un escenario que por repetitivo se haya convertido en
rutinario; un ciclo cumplido que precise de nuevos retos.
Atrás han quedado etapas en que la montería de siempre, con
sus variantes y alternativas, cumplía con suficiencia las atenciones de
alcanzar posición y realizarse en el mundo cinegético, consecuencia de
múltiples lances vividos, en cualquiera de las versiones o modalidades que la
caza ofrece. Seguramente se siga acudiendo a estas citas, puesto que la afición
persiste, no se pierde, aunque es de esperar que con el pensamiento puesto en
solventar las dificultades que pudieran sobrevenir en países lejanos tras las
huellas de un animal, hasta ahora fuera del punto mira o visor, cuyo abate sirva apara añadir al álbum de los
recuerdos.
No cabe duda que es una forma de evolucionar dentro de la
caza con otros criterios que, para algunos, se ha constituido en una necesidad.
Recorren el mundo en pos de poder abatir un ejemplar aún no obtenido con el
objetivo puesto en añadir a un extenso
currículo que todavía no se da por acabado,
que le permita instalarlo en el amplio mural, panel de exposición de sus
capturas a satisfacción propia e inclusive
garantía de insistir en esas tendencias, a ser incluido como aspirante en el
ranking de títulos internacionales como
cazador, para su vanidad.
c