Cuando
se dice que los cazadores asturianos “deberíamos motivarnos y
tratar de abatir un mayor número de estos animales” es necesario
tener en cuenta diversos factores de esencial importancia que no
siempre facilitan la posibilidad de que este especie retroceda por la
acción de la caza deportiva a niveles soportables en cuanto a
densidad sostenible compatible se refiere.
Este
supuesta falta de estimulo, dicho con la probable pretensión de
desmitificar la verdadera función de una actividad que pone todo su
esfuerzo en controlar, proteger y fomentar las especies cinegeticas y
de forma complementaria hacia el resto de la fauna silvestre
clasificada como protegida, no lo ha dicho una persona que pudiera
desconocer los pasajes y entresijos que mueve la caza en su
dinamismo, sino quien ha tenido aciertos en una parte importante como
funcionario en calidad de gestor del ordenamiento cinegético en
Asturias. Por eso es extraño.
Personalmente
no creo que fuese la falta de motivación la que ha hecho posible que
los cazadores no estemos cumpliendo con las expectativas que nos han
creado desde la Administración Regional de aprovechamiento más
eficiente de una especie tan sumamente prolífica en su capacidad de
reproducirse y sostenerse al alza en número de ejemplares en un
medio que a diferencia de resultarle hostil, encuentra en su estado
actual el “modus vivendi” que le protege, da seguridad y
alimento. Este tipo de circunstancias y no sufrir de enfermedades
posiblemente sean unas de las causas, a expensas de lo que digan los
biólogos y demás corte de expertos, de que las “parideras” se
hayan duplicado dentro del año y sus piaras no acusen bajas
significativas.. Eso, sin hablar de las tan manidas Zonas de
Seguridad, territorios, clasificados como no cinegeticos, en donde
existe un verdadero problema con este animal; lugares de colonización
y asentamientos preferentes para el jabalí, en donde a la caza no le
está permitido entrar. Un serio hándicap, difícil de darle
solución por sus condiciones especificas en cuanto a garantizar
seguridad ciudadana.
Es
bien cierto que la cifra de jabalíes abatidos no alcanza para
controlar su fecunda producción situada entre el 50y el 150% de la
población total antes del nacimiento, con un promedio del 100%
después de descontar la mortalidad de los rayones que puede alcanzar
hasta el 40% debido principalmente a las condiciones climáticas y la
humedad (datos recogidos de la ENCICLOPEDIA LAROUSSE DE LA CAZA).Por
tanto cabe tener en cuenta que las extracciones deben de hacerse en
orden al 100% del remanente estimado a final de temporada, una vez
terminada la caza. Si las capturas son menores, aumenta la densidad,
y si es superior podría reducirse o limitarse. Es pura lógica.
El
caso es que cada vez hay más. Los cazadores no alcanzamos abatir
estas cantidades cifradas como oportunas y necesarias en el 100% del
cobro que dicen se necesita. Decía en el inicio de este escrito que
procede salvar la responsabilidad que nos pretenden inculpar sobre
una situación así que de ninguna manera nos corresponde aguantar a
nosotros los cazadores asturianos, puesto que hay condicionantes,
ajenos a la caza tradicional, que impiden durante el transcurso de
las batidas alcanzar los objetivos que se persiguen. Si nos atenemos
a la eficacia en el disparo, este tiene un alto porcentaje de
desaciertos o dificultades en hacerlo efectivo que no son producto de
una escasa motivación. Los jabalíes, ofrecen pocas posibilidades de
ser abatidos; sintiendo ser detectados y acosados emprenden una veloz
huida, atentos a cualquier movimiento a través del cerrado
sotobosque, con la exigencia de disponer de todos sus sentidos en
situación de máxima alerta, tratando de no ser visto y oído. Es
ahí, en esos momentos, cuando su figura entre la densa maleza se
convierte en una sombra que no es señal de nada para el apostado
cazador
Me
quiero referir a lo que no se ha dicho, cual es el estado preocupante
de nuestros montes, faltos de limpieza; fincas que antes fueron de
cultivo, en donde han crecido por abandono los matorrales,
plantaciones de arboles frutales, de castañas y bellotas sin recoger
y todo lo que pueda “arañar” para su alimentación este
insaciable omnivoro, que no haya sido aprovechado por el hombre.
Todo esto contribuye, sin duda, a mantener y fomentar la creciente
expansión territorial que rodea las grandes urbes y áreas
especificas por este “cerdo salvaje”.Por tanto la culpabilidad
que se nos imputa a los cazadores por falta de devoción en las
capturas de este suido, debe ser se considera menor, incluso
excluyente de tenerla en cuenta.
Hacer
referencia a cuadrillas jabalineras, requiere adentrarse en un mundo
en donde su puede observar la desigual composición de lo que es y
supone el valor adquisitivo de cada integrante. Conviene destacar
aquel vetusto principio: generalmente caza más en situación normal,
quien mayor poder adquisitivo tiene. Esto es lo que a simple vista
sucede. No obstante, son conocidas cuadrillas que suplen estas
carencias con una gran dedicación de todos sus miembros, que
requiere de un exhaustivo trabajo. altruista. La falta de una
economía solida o no querer-poder invertir lo suficiente en la
adquisición de buenos perros de rastro y de acoso; en el pago
incentivado de monteros de reconocida solvencia, tiene sus
consecuencias, a buen seguro marcará el rumbo de las capturas.
Aquellas cuadrillas que carecen de estos resortes, salvo excepción,
no obtienen los mismos beneficios con que premiar sus desvelos y
esfuerzos.
La
edad media de los componentes es otro de los factor más
determinantes que tienen especial trascendencia en el cobro de esta
pieza. Seguro que no es la perdida de motivación. Un grupo de
cazadores entrado en años no le faltará experiencia e ilusión,
pero si la fuerza necesaria y agilidad en su fuerza motriz que son
sus piernas y el sistema aeróbico. Es indudable que poseer estas
carencias condicionan las capturas cuando la caza se hace en abierto.
Si se observa, se puede apreciar que quienes mas piezas cobran son
los cazadores jóvenes henchidos de vitalidad. Pero esta nueva
generación, no cumple las expectativas de relevo generacional que se
precisa para dar continuidad a la caza en el orden de asistencia por
lo menos, en que se viene haciendo Por tanto he aquí, otras de las
razones que añadir y, en paralelo a esto último, debemos
circunscribir estas pérdidas de efectivos, en la inexistente
movilidad educativa de las instituciones públicas sobre aspectos
generales de lo que es y representa el buen ejercicio de la caza,
que han propiciado el poco interés que nuestros jóvenes sienten por
ella. Aquí en la capacidad de desplegar pedagogía para ser mejor
reconocida y aceptada por la juventud y la sociedad en su conjunto es
en donde no ha habido motivación.
Dar
”rienda suelta” a los cazadores por parte de la Administración
Regional para que no se limite el numero de abates durante el
transcurso de las batidas que se celebran a jabalíes, no esta
produciendo el efecto que se promueve. Una climatología adversa
juega mucho en contra del cazador y su objetivo; no le facilita las
cosas. Es otra de las razones que hay que invocar. Seguramente Ud.
lector tendrá alguna más que contar.