
LA CAZA EN ASTURIAS UNA SITUACION CONDENADA A EMPEORAR ANTES DE TOCAR FONDO.
Me da el palpito, tengo indicios que me avalan- Para nada pretendo ser agorero, ni tampoco que mi criterio sea como consecuencia de un recelo infundado, pero observada con atención la realidad del actual estado de las cosas en torno a la cinegética asturiana, me lleva a decir, según mi leal saber y entender, que esto tiene mal cariz, pinta mal. Una situación condenada a empeorar antes de tocar fondo.
La cinegética en Asturias, recorrido un largo camino, se está acercando a un estatus de descomposición económica en gran parte de sus instituciones, tanto públicas (reservas de Caza) como sociales (adjudicatarios de cotos regionales de Caza) procedente de la indolencia irritante de las instituciones públicas, en todo tiempo ausente de este degradante proceso, incluso urgando en la herida, hechando sal en la llaga, por culpables de oficio, que no han querido o sabido hacer lo necesario para evitarlo.
La incertidumbre se apodera del cazador asturiano ante la desplicencia del directorio oficialista. Con una perspectiva tan poco halagüeña, huérfana de apoyo, mal se presentan las cosas, quizás sea a medio plazo,si no se establecen alternativas, cuando se produzca el óbito de la caza social. La condicionalidad imperecedera de las obligaciones contraídas por la red social de caza en nuestra comunidad, léase sociedades locales de cazadores, como debida atención al pago a los damnificados por los daños y accidentes de circulación que producen las especies cinegéticas, es la senda por donde transitan los agobios financieros de una situación dolosa conminada por necesidad a levantar bandera blanca, vencida por las circunstancias.
Se hace necesario reconvertir o adaptar normas con el objetivo de alcanzar un nuevo procedimiento que permita a los gestores corporativos cinegéticos una mayor flexibilización, a modo y manera de una despenalización parcial de estas cargas económicas, cada día más penosas de soportar por las entidades que las sufren o padecen, exonerando a la venatoria del título otorgado de único deudor. No tiene porque ser la caza, en cuanto a su actividad se refiere, elemento exclusivo en estas contraprestaciones al sector primario y compensador de los accidentados en bienes materiales (autoviles) o fisicos, existen alternativas de diversos sectores que pudieran ser debidamente conjuntadas, cada una afrontando la responsabilidad que les atañe, acaso imprescindible para aliviar la carga, con la cesión de su parte alícuota, de la cual no deben estar ausentes como agentes capitalizadores de un ajuste integral, variado, equilibrado y justo en la sostenibilidad de las indemnizaciones contributivas a los perjudicados por estos males.
La altísima densidad de las especies cinegéticas, concentrados con mayor prodigalidad en sus asentamientos en concejos centrales de nuestra Provincia ubicados a caballo de la Cordillera y el Mar, en donde aun existe algo de la tradicional agricultura, ha traído consecuencias. Una fauna salvaje, especialmente el Jabalí, necesitado de nutrientes para sus numerosas camadas, satisface sus hábitos alimenticios en cumplimiento de estas exigencias inmodificables, allí donde se cultiven frutos y cosechas previamente trabajados por el hombre, sin importarle las dificultades y obstáculos que se pudiera encontrar para conseguirlo, lo desafía todo sin amedrentarse -tal es su necesidad- encontrando acomodación y defensa en la naturaleza, a través de la seguridad que le ofrece lo cerrado de maleza de nuestros montes, abandonados estos a su suerte, por mor de un despoblamiento civil del medio rural, unido a la medida eficacia de un racional cupo de aprovechamiento durante un dilatado tiempo de estos animales, que seguramente no sea ya tan necesario sostener.
Esta especie omnívora, es la causa y principal razón de un sinfín de preocupaciones. Mantenerlo en parámetros actuales conlleva cuantiosos desembolsos para las arcas de nuestras asociaciones. Los afiliados se quejan del encarecimiento de las cuotas y es que no hay otra si queremos mantener el actual Status Quo. El privilegio de practicar la caza en Asturias en las actuales condiciones, pasa inevitablemente por cuadrar los presupuestos y esto solamente se consigue adaptando los ingresos a los gastos desorbitados que estamos padeciendo. Debemos de elegir, ya que por parte de los poderes públicos no podemos contar con su colaboración, centrados en subvencionar otros deportes y causas más lustrosas para sus intereses como políticos, haciendo caso omiso de nuestras rogativas y propuestas de mejoras para el sector venatorio. Digo que tenemos que decantarnos, si asumir los costes, afrontar los gastos con nuestra colaboración participativa en atención a las cuotas que resulten, o bien por el contrario no aceptar el incremento de estas dotaciones. De no existir apoyo a la causa, me refiero por los estamentos implicados, aquí incluyo a todos, no solo el de los cazadores, es decir a la viabilidad de las sociedades de cazadores, el cierre está cantado. A ello contribuirá la dolorosa crisis económica centrada en el desempleo que nos azota y parece va para largo.
Abogo por una reducción puntual de jabalíes, en un momento determinado, cuando su prodigalidad nos lo aconseje, con la finalidad de atenuar daños y mitigar accidentes de tráfico, lo que supondría un gran alivio para las menguadas arcas de nuestras asociaciones, manteniendo para ello en lo sucesivo un sistema de caza menos generoso en capturas, sería una poda necesaria que cercena un modo de cazar, de menos extracciones, pero sin duda más sostenible en aspectos monetarios y cercana para el cazador modesto, que somos la mayoría. ¿Pero… queremos o no queremos meter ahí la tijera? La respuesta, lo que seamos capaces de hacer los cazadores asturianos, marcará el rumbo a seguir; el devenir futuro de la caza social en Asturias está en juego.