No sé
realmente si el silencio elocuente de la FAC es un hecho constitutivo de
programada precariedad informativa, como estrategia de algo que no acabo de
entender, o, bien sea motivo de una incultura que impide expresarse con
racional conocimiento a los responsables del citado ente federativo asturiano en
los medios de comunicación masivos creadores de opinión. Cabe la posibilidad
también, pensando en hipótesis, que pudiera ocurrir, que nadie quiera dar la
cara y señalarse ante la negligente operativa funcional en materia de propagada
afín a la causa que representa de la que ha venido dando muestras el conjunto
directivo del órgano cuestionado.
Hay que ser
objetivos con lo que acontece. Y, me refiero, a la escasisima comparecencia del
presidente de la FAC en los medios de comunicación regionales y en eventos
varios, necesitados de su intervención dialéctica, tal como es de desear y le
corresponde por aceptación de cargo. Antes de emitir mi alegato sobre estas
incomparecencias, debo de decir, que no tengo nada personal contra estos
directivos a quienes les deseo todo lo mejor. Dicho lo cual, establezco
necesario manifestar desde mi condición de federado de continuidad, hace ya
mucho tiempo, mi disconformidad con su proceder revertido de inoperancia en el
campo de la didáctica que vierte sus contenidos sobre diversas secuencias de lo
que acontece en Asturias en torno a temas de actualidad que afectan al sector
de la cinegética, que hubiese requerido obligatoriamente la salida de este
responsable a dar su visión y sugerencias sobre las alternativas propuestas que
se vienen elaborando a iniciativa del Gobierno del Principado para tratar de
reducir la problemática generada por la alta densidad de jabalíes en la
naturaleza que cercan los principales núcleos de población asturianos, clasificados
como Zonas de Seguridad, áreas determinadas en que concurren especiales circunstancias, terrenos en los
cuales está prohibido ejercer la actividad cinegética en previsión de evitar
riesgos innecesarios que pudieran producir daños físicos a personas.
Ha habido
más que un conato por parte del Director Regional de Recursos Naturales, factótum
y valedor de atribuirnos a los cazadores, cara a la opinión pública y en
evitación de responsabilidades al departamento que dirige, la culpabilidad
global de que Asturias soporte un exceso
de población jabalinera, ya no solo en estas zonas tan sensibles, como las
referidas zonas de seguridad, sino que también en los cotos regionales (75% del
espacio territorial asturiano) gestionados por el asociacionismo de cazadores
de esta comunidad. El citado Director
traslada los efectos dañinos que supone adoptar la actitud de no abatir en el
transcurso de las batidas que se celebran, el suficiente número de estos
animales, consecuencia de lo que probablemente sea un método regulado previsto
en los sucesivos planes de aprovechamiento de las distintas sociedades de
cazadores, por temor a una posible involución por capturas desorbitadas que
generarían merma de efectivos de esta especie
en los cotos regionales, circunstancia
que daría al traste con las expectativas de alcanzar en lo sucesivo cobro de
ejemplares de la especie en el orden necesario que permita mantener la
actividad de los aficionados a esta modalidad de caza.
La Federación,
enrocada en su ensimismamiento, guarda una vez más, silencio absoluto ante
tamaña acusación. Rebatir, en tiempo y forma, con argumentos consecuentes este tipo de
tendenciosidad, forma parte de una tarea común, cada uno con su parte alícuota.
La Federación Asturiana de Caza, organización se supone principal, no tiene que
vivir al margen de reivindicaciones defendidas por el sector, considerando que,
por propio prestigio, no puede ni debe exiliarse de la responsabilidad
contraída.
Creo
sinceramente que la Federación, algo tiene que decir y no escurrir el bulto,
mirar para otra aparte, o, hacer oídos sordos, al respecto de las sucesivas
noticias, que día tras día, aparecen en los variados medios informativos
asturianos, fundamentalmente sobre las vivencias del jabalí en ciudades y en el
campo. Un experto comisionado por la Consejería, será el encargado de elaborar
un plan que logre remitir la presencia
de jabalíes en las periferias de ciudades y villas asturianas. Arqueros,
jaulas; perreos y ruidos que se emitirán
a través de material pirotécnico, así como también la intervención con
artilugios del cuerpo de guardas del Principado, serán los ejes que, una vez
dictaminado por el experto, harán funcionar un procedimiento gestado desde la
administración pública, que previamente ha excluido a la caza y los cazadores
de ser coparticipes en algo tan intrínseco que les pertenece por derecho
propio, como es la regulación de las especies silvestres clasificadas como
cinegéticas, allí donde fuese necesario hacerlo.
Tampoco
aquí la institución federativa, al parecer, no ha tenido nada que decir. Por menos causas, sus homónimos de otras
autonomías habrían puesto “el grito en el cielo”. El mimetismo empleado por el Sr. Presidente de
FAC, en este y otros asuntos referenciados a nuestro gremio es una clara seña
de identidad, todo un síntoma que envuelve su carácter, en cuanto a defender los principios y la práctica de la
actividad venatoria se refiere. No lo ha hecho, en tiempo y forma, ni siquiera
tibiamente. Llueven “chuzos” hacia la caza. Constantemente los cazadores,
estamos siendo referencia en páginas centrales de la prensa escrita, con
alusiones a nuestra actividad, que consiguen ponernos en entredicho cara a la
credibilidad de nuestro ejercicio por la sociedad.
Si esto es
la Federación, para hacer concurso de perros y campeonatos de caza, sometidos a
los intereses de firmas comerciales, patrocinadores de la competitividad de
estos eventos; venta de seguros de caza; licencias de canales de emisoras, como
actividades de redito económico, lo mejor la
declaren como organización con
ánimo de lucro, más que otra cosa.
Las
iniciativas llevadas a cabo por, casi me atrevo a decir, el conjunto del resto
de las demás federaciones autonómicas de caza,
a diferencia de lo que
sucede en la asturiana, cursan en la
actualidad un sinfín de proyectos de amplio abanico; una lucha pertinaz, como
eje reivindicativo, por defender posiciones y mejoras para nuestra actividad en
contacto permanente con la actualidad. La FAC, tal y como se entiende su
gestión, se encuentra en las antípodas de estas iniciativas.