En el ambiente cinegetico, en estos días, se están recogiendo
ecos de lo que ha sido recientemente una despiadada crítica efectuada en un
programa de televisión de alcance nacional y de gran audiencia en horas punta,
hacia el colectivo de cazadores y su actividad.
Quienes han hecho las gravísimas
acusaciones, se han servido de un guión surrealista; impostor y belicoso. Una
parodia en tono provocador e insultante, interpretada por unos individuos sin curtir y con el pelo de la dehesa aún
prendido; poseedores de una zorrería que les convierten en agrestes y montaraces, rezumando y dejando
estela de un fuerte olor a bravío.
Abusando de la libertad de expresión conferida; con la
ignorancia supina de la que hacen gala esta fauna invasora y agresora del código
deontológico del periodismo, de los que
es y supone la caza, en cuanto a la calidad y cantidad de sus prestaciones a la
sociedad, vierten insultos de máxima gravedad
hacia los cazadores, con la connivencia indignante para los agraviados, de los editores que les sustentan.
Ante este descomunal despropósito la respuesta contundente de
los cazadores no se ha hecho esperar. Se
han revuelto y maltratado impunemente las entrañas de la ética de un colectivo
que se ha movilizado en defensa de su ideario; de la concepción y desarrollo de
su buen ejercicio. En escasas oportunidades ha habido tanta clarividencia y
unión en el sector para hacer el boicot a la cadena televisiva donde se originó tal despropósito.
El programa en cuestión ha sido censurado sin paliativos por los cazadores.
Es evidente que la caza sufre de incomprensión. Siempre insisto,
desde mi modesta opinión, en la conveniencia de trasladar a la ciudadanía más
información, con sentido pedagogo, aspectos generales sobre las incidencias
positivas que tiene, ya no solo para la industria y el agro, sino que también para
el buen uso y la sostenibilidad de los
recursos naturales (la caza es uno de ellos).
Los ataques a la caza, a su práctica,
se suceden cada vez con más virulencia. En esta oportunidad se ha reaccionado
con prontitud y bien. Han sido muchas las protestas que se han hecho en todos
los campos posibles, incluso en las más altas instancias (la situación lo
requería). No se puede permitir que estas lamentables descalificaciones se perpetúen
en el futuro con las formas en que han sido concebidas y llevadas a cabo. Es de
entender y comprender, que la caza, por
la especial idiosincrasia de su práctica no genere buenas sensaciones en muchas
personas y muestren dentro de un ámbito de convivencia su desacuerdo con su
ejercicio, cuestión que se debe de respetar. De ahí, a lo sucedido, media un
abismo.