Evidentemente la polemica esta servida. Las reticencias son multiples; difieren sustancialmente por la metodología empleada. De forma supuesta, parece no guarda correlación este abate con las normativas oficiales exigidas. Dejo aquí este tipo de consideraciones, centrandome en la exposición de mi criterio sobre este asunto, mucho más suave en mis apreciaciones y comentario que algunas otras que he podido oir y leer fuera de tono y si acaso con enjundia. No debería ser para tanto; el autor del cobro, es un reconocido gestor cinegético que, en esta materia ha tenido reconocidos éxitos.Quizás la ambición de ser el primero, le haya podido.
Lo ha abatido cuando ha querido, cuestión muy distinta a poder (no negaré que haya sabido); con testigos, ni un minuto antes ni después, estaba predestinado a que su dueño (supuesto coleccionista de trofeos de caza) él y nadie más que él, fuese el autor que pusiera fin a sus días de honor y gloria.
Ha saltado a la palestra informativa cinegética, con gran profusión de imágenes (prensa, radio y Televisión) el cobro de un Venado, en una finca particular, parece que propiedad del autor de la captura de un extraordinario ejemplar de esta referida especie que, por las características de las cuernas que le adornan (236 puntos), apunta, todo hace pensar, a record nacional. Queda su homologación a expensas del control riguroso que la Junta de Homologación Nacional de Trofeos de Caza, una vez efectuados los trámites de su medición y comprobación de otras normas obligatorias decida al respecto.
Al bicho en cuestión le seguían los pasos, debidamente controlado su ritmo vital, según se desprende de informaciones recogidas en una publicación de ámbito nacional (un redactor; creo su director se encontraba presente el día de los autos) relacionada con la caza, estaba sometido a vigilancia continua por el dueño de la finca. No es una situación anormal la producida, sino que es el resultado de un “caldo de cultivo” que se ha venido produciendo, obsesionados ciertos cazadores por conseguir estos logros. Algunas cosas, en relación con esta captura, tengo la impresión, han quedado en el “tintero” y se ha omitido dar información precisa y concreta, sobre aspectos fundamentales de tan simpar galardón. No es casualidad que este tipo de hechos se produzca (abatir en nuestro País un venado de estas características). A buen seguro que parten como colofón de una estructura de gestión cinegética rigurosa (pero distinta en su concepción y desarrollo) llevada a cabo mediante un trabajo ordenado que permita detectar alternativas seguras en los futuros abates.
Desde mi pensamiento, la singularidad atribuida a un hecho diferente de aquellos que la propia naturaleza, en materia cinegética nos obsequia, contraviene e interfiere en el buen ejercicio, si de la caza hablamos, de una ética como vía principal de tránsito hacia un compromiso exigible en la defensa de unos valores. Otorgar reconocimiento oficial a un trofeo de caza, lleva implícito como consecuencia lógica (entiendo que tiene que ser así) que el tipo de fauna abatida goce de las libertades, de bienes y penurias, que su estado salvaje le permite y no de la privacidad de vallados y cercas (aunque estos sean amplios de superficie), seguramente con apoyo supletorio en su alimentación (entre los que supuestamente podrían encontrarse fuertes dosis de sales calcicas y fosforicas , buscando efectos de potencialización y crecimiento de las cuernas).
Indudablemente no hay que restar méritos a este Sr., pues ha tenido una gran dosis de paciencia e intenso trabajo en el seguimiento de la evolución de este soberbio ungulado. Seguramente, los aires de nuestras sierras y montes, sus pastos, con menor aportación vitamínica no le hubiesen permitido alcanzar la majestuosidad de su trofeo. En una reserva de caza, en regimen abierto, hubiese sido abatido sin alcanzar la plenitud mostrada.