A finales de los años cincuenta y primeros de los sesenta del siglo pasado se producían en Asturias los primeros y únicos, hasta el momento, escarceos de repoblación de Cabra Hispánica, conocido también por macho montes, especie cinegética única, autóctona, y endémica de la Península Ibérica; emblemática por el empaque que refleja y transmite la contemplación de su figura, la dificultad que entraña su caza, por lo accidentado y hostil del terreno que la alberga, del cobro de sus mejores ejemplares y lo apreciado de su trofeo El escenario, como no podría ser de otra manera, se estableció en el por aquel entonces denominado Parque Natural de Covadonga, en parajes del hermoso Valle de Angón- Amieva-Asturias, en cotas superiores a 500 metros de altitud.
En aquellos tiempos se había procedido a la liberación de 14 ejemplares de esta especie en una amplísima extensión de terreno que dificultaba su relación entre sí. Resultó un sonoro y rotundo fracaso, ante la falta de estudios preliminares que determinasen las condiciones idóneas del terreno y la relación, siempre complicada de este animal herbívoro, con la importante cabaña de cabra domestica y ganado vacuno. Por tanto, quizás haya sido una falta de previsión o tal vez a sabiendas de su complicado proyecto, observar sus resultados, sacar conjeturas, a modo y manera de una estrategia con vistas a futuras experiencias. Los animales habían corrido suerte dispar; enfermedades contraídas, tal como la conjuntivitis (algunos se despeñaron), diezmaron el escaso grupo. Ha sido frecuente en la cultura y tradición venatoria española la mención de cruces entre la cabra montés y cabra domestica. Por dificultades genéticas, según los expertos, parece muy improbable que tales cruzamientos se hayan producido. No obstante conviene resaltar algunas versiones de lugareños, supuestas sleyendas) residentes en aquella zona, los cuales atestiguan (personalmente lo he escuchado decir) haber visto entre los Ríos Dobra y su afluente el Junjumia, que una vez mecidas sus aguas, las vierten en el magnífico río salmonero Sella hasta finales de los años ochenta, animales con características morfológicas muy definidas, distintas.
La Cabra Hispánica se encontraba desaparecida de nuestros lares cantábricos, sus últimos reductos y recuerdos datan en toda la cornisa (Galicia, Asturias y Cantabria) de finales del siglo XIX. Ha pasado el tiempo y ha sido recientemente cuando se ha tomado conciencia por las distintas administraciones públicas, de lo que ha supuesto su extinción. La comunidad gallega parece es la única en este sentido que ha “movido ficha” en aras de su reintroducción. Se está consolidando este bóvido, en zonas querenciosas para su asentamiento, cumpliendo con las expectativas creadas, merced a un programa de reproducción y cría en semi-libertad, en grandes extensiones de terreno vallados, en donde se desarrollan, por personal especializado, planes técnicos y estudios biológicos con la finalidad de su adaptación al medio como medida preventiva antes de su liberalización en espacios abiertos.
En la vecina comunidad Castellano-Leonesa, en el norte de León, en la Reserva Regional de Caza de Riaño, ha ocurrido otro tanto de lo mismo. Aquí la especie ha sido introducida, con traslado de ejemplares de la Sierra de Gredos. Hoy es una especie cinegética, objeto de ser abatida en lances deportivos cuyo trofeo, ansiado por numerosos cazadores que no les duele hacer significativos desembolsos por sus abates, es uno de los máximos exponentes de la cinegética en nuestro País. La incidencia beneficiosa de su caza para la economía local, tanto para los distintos ayuntamientos enclavados en la Reserva, como sectores industriales, hostelería, hoteles y comercio fundamentalmente, es de vital importancia. Significa un aporte sustancial de todas las economías, inclusive para los ayuntamientos que reciben de forma directa la cuota de entrada y la complementaria. No olvidemos que abatir un medalla de oro de Macho Montés, alcanza precios del orden de -6.ooo. Euros, a veces inclusive más allá de esta cantidad.
Por avatares e imponderables, en nuestra región asturiana, estas cosas no se han producido. Las razones, las desconocemos. La falta de compromiso y el desapego para con la caza y los cazadores de nuestros regidores ha sido público y notorio, es bien conocida por los aficionados de esta región que la hemos venido sufriendo durante muchos años, es posible pensar que haya sido la causa principal la fuerte ideología conservacionista reinante en algunos de nuestros políticos, incrustados en la administración regional que ven en la caza un mal endémico. Mientras estas cosas no sucedían en nuestro terruño astur, otras comunidades, más avispadas, de menor condición ideológica en cuanto a la sostenibilidad de la caza se refiére, sabedores de la importancia intrínseca que representa para la economía de sus regiones, ampliaban el horizonte, en cuanto a densidad y diversidad, de su patrimonio cinegético. Asturias por características y peculiaridades de su complicada y espectacular orografía, es entre todas las comunidades, posiblemente la mejor dotada por la naturaleza para albergar una nutrida y variada riqueza faunística. Tenemos las materias primas que se necesitan, como condición indispensable en la formación de asentamientos; altas cumbres, escarpadas peñas, zonas de arboleda, extensos matorrales, buen clima y alimentación suficiente, que harían más fácil la consolidación de núcleos poblacionales del Macho Montés. En el plano científico, prestigiados biólogos y veterinarios en nuestra Universidad.
En el programa de un partido político asturiano de nueva creación que se refiere a la defensa y mejora de los recursos naturales, destaca un hecho pretendido, como el de reintroducir la Cabra Hispánica, previos los estudios que requiera, en nuestra Comunidad. Evidentemente no se trata de que nuestra tierra extrañe la colonización de espacios por este rumiante. Ya la hemos tenida admitida con anterioridad en nuestro seno, ya había enseñoreado esta res con sus hábitos y comportamientos, en formación gregaria, pequeños reductos territoriales de nuestros macizos rocosos. Por tanto una buena noticia que debemos considerar y valorar en la medida de lo que es. No será fácil, se necesita una cuantiosa inversión, nunca un gasto innecesario, tener paciencia en espera de sus resultados y es de esperar que se apliquen los conocimientos y experiencias de otras comunidades que, en este aspecto, nos llevan ventaja. Se prevé dificultades; habrá que llegar a acuerdos que converjan con los intereses de los agricultores y ganaderos, con derechos adquiridos, pues ya se ha dicho este tipo de monteses se adapta mal en la convivencia con la vecindad de las especies mansas. Obras de infraestructuras (cercados) que los acojan y protejan. Personal de vigilancia y control, veterinarios, biólogos y un largo etc., pues no tendría sentido que sin que se den estas premisas, se proceda a la suelta de individuos indiscriminada. Existen antecedentes que invitan a malograrse y un crecimiento inusual de los depredadores que complicarían las cosas aún más.