Un eurodiputado español ha presentado una serie de
iniciativas en el Parlamento Europeo para que la Unión Europea legisle sobre la
caza deporte en España
Argumenta el ínclito individuo en cuestión que la caza
deportiva en el interior de la Unión Europea se vea limitada únicamente a
casos exclusivos en los que se necesite
ejercer un control de las especies o por cuestiones de equilibrio en el
ecosistema. En su comunicado manifiesta “no se puede permitir la caza
indiscriminada por el capricho de unos cuantos mandatarios con poder
adquisitivo, dándole además la cobertura como algo tan noble como es el deporte”
Sigue en su alocucción y no se para en barras cuando afirma que “matar por matar
no es deporte”. Pero, aún hay más cuando en defensa de su testimonio expone que
Europa debe poner coto y freno a este tipo de crueles pasatiempos, apostillando
que toda la política de conservación del medio ambiente quedará obsoleta y en
entredicho.
En todas estas conclusiones se observa en este Sr. un
desconocimiento supino sobre una realidad
de facto en torno a la caza y el buen ejercicio de su práctica. Hablar de caza
sin saber a ciencia cierta que es y para qué sirve y las consecuencias muy graves que tendría su prohibición para la fauna que tanto dicen defender (es la sensación que merece
su iniciativa parlamentaria), es hacer un flaco favor a las propias especies y al concepto ético de su
proceso y cualificación como modalidad
deportiva.
Debe saber el Sr. eurodiputado, si no lo sabe, le informo yo
(pudiéramos ser muchísimos más) que, la cinegética, es un bastión importante,
yo diría decisivo, en la conservación de la fauna objeto de su actividad y la
incidencia regeneracionista que tiene a
través de su desarrollo, en el control, fomento y protección, en aquellas otras
especies clasificadas como protegidas. Por tanto no hay efectos indiscriminados
cuando de capturas se trata. Existen programas de actuación debidamente
legislados y con reglamentos que regulan fehacientemente con un claro carácter preventivo
para que el impacto en la naturaleza, como consecuencia de su actividad, tenga
la mínima importancia, tanto en la densidad como en la calidad, derivado de su
aprovechamiento. No existe permisibilidad alguna que faculte un “libre albedrío
al cazador”.
No es la caza hoy, a diferencia de tiempos pasados, un deber
de subsistencia para el hombre, pero si
un elemento creador de riqueza, muy válido para las arcas del Estado, en base a
los impuestos que recauda y su distribución entre la ciudadanía trasladados en
mejora de servicios para el conjunto de la sociedad. La variante fértil de la
caza permite alcanzar otros objetivos distintos a estos poderes recaudatorios.
Tiene especiales connotaciones de las que se valen múltiples industrias en la mantención
de numerosos puestos de trabajo, directos e indirectos. Capítulo aparte merece
el sector primario, especialmente aquel ubicado en zonas deprimidas al tener que recurrir a estos recursos naturales
para que la vida les resulte más llevadera.
Todo esto y mucho más, relacionado con la bondad de la caza,
es de sobra archiconocido, lo tiene que saber todo el mundo, entre los que se
encuentra este eurodiputado, enfrascado en el descrédito de un ejercicio del
cual no es precisamente un adicto. Es de comprender que no le guste la caza, no
tiene por qué ser así y debemos ser consecuentes con una opinión sincera cuando
se hace sin matices demagogos, que no es el caso que nos ocupa, más bien todo
lo contrario.
La caza en España no la ejerce únicamente mandatarios con
alto poder adquisitivo, tal y como dice este político: dicho pronunciamiento es
una falacia en términos absolutos. La caza, afortunadamente, ya no es el servilismo sin opciones, a una
clase dominante que la caracterizaba. Si aún este Sr. cree que esta
situación persiste en nuestro país, grave error de interpretación o, muestra, de un sectarismo negligente que le impide, por
odio necio, afirmarse en un hecho real
virtual. En España cazan muchos españoles (más de 1.000.000.- de licencias de
caza son expedidas todos los años), en
su inmensa mayoría, de prestaciones económicas humildes. Las normas para cazar
en las distintas comunidades del Estado Español, han sido creadas y se ajustan al derecho que la ciudadanía tiene
para ser tratado en igualdad de oportunidades.
La caza no es un delito ni algo de otros tiempos (otra de las
perlas de este prójimo) de lo que debamos retraernos los cazadores. La propia
Unión Europea a la que dirige sus iniciativas este parlamentario (apoyado por
grupos ultras conservacionistas), recomienda a sus países miembros, en contraposición
a estos controvertidos desvelos, la práctica de la caza sostenible, como un
ejercicio muy saludable para el conjunto de la biodiversidad.
El Parlamento Europeo ha rechazado todas las propuestas,
incluida la de prohibir la caza deportiva en Europa, también en España. No obstante, debemos estar atentos. El acoso a
los cazadores no termina aquí- Habrá otros capítulos a los que debamos enfrentarnos. La unión entre los cazadores,
para estos menesteres, será definitiva en la salvaguarda de nuestros intereses.
De otra forma, estaríamos abocados al fracaso.