Soy un cazador vocacional de pluma, aunque no de facto. La
caza de la Arcea es mi favorita de la menor;
la más sentida en esta modalidad, por aquello de los antecedentes paternos
transmitidos que me hicieron adherirme con fuertes lazos de unión a un
sentimiento o pasión que, aun a pesar
del tiempo transcurrido persiste en su grado de intensidad, puesto que no ha decaído ni un ápice.
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