A principios del siglo XX, lo que se consideraba por aquel entonces, gran cantidad de osos que aún habia en Asturias, Cantabria, León, Palencia, y puntos aislados de los Pirineos, permitía su caza por toda cláse de procedimientos. Los campesinos y residentes, grandes conocedores de las andanzas de estos plantígrados, le daban muerte, siguiendo su rastro, en las guaridas de invierno, de rececho, al aguardo, organizando batidas e, incluso con venenos, cepos y lazos... Continuar leyendo