La verdad
es que no me lo esperaba; más bien todo lo contrario. Había antecedentes de
profusa índole en el uso de la palabra que una lugareña tenía a bien emplear
por costumbre para satisfacción de su ego, como medida de resabio hacia todo
aquel cazador que eligiese pasar cerca de aquella casería de labrantío y
ganadería, sita en lo alto de un escampado. Era algo conocido y esperado que
sucediese de nuevo; diversos tipos de increpaciones, sin rebozo alguno en
despacharse a gusto, venía siendo... Continuar leyendo