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Blog de Caza
01 de Marzo, 2012    General

SOBRE EL NIVEL POBLACIONAL DEL CORZO EN ESPAÑA


La explosión demográfica de este pequeño, esbelto y grácil cérvido en nuestro país es un hecho singular sin precedentes producido dentro de la naturaleza; la evolución de un fenomenal espectáculo a modo de exposición medioambiental ininterrumpida que no decae. Huidizo, esquivo y con cierto aire de misterio en todos sus actos, el corzo obtiene notoriedad creciente, despierta interés y pasión entre los muchos aficionados a su caza dado el influjo atrayente que constituye su preciado trofeo. Algunos estudios consideran al corzo la especie salvaje más abundante del espacio europeo, con mayor incidencia en la zona central continental; nos informan de una superpoblación estimada del orden de quince millones de individuo, situación de verdadero privilegio que ha permitido una capacidad de extracción, según noticias que se tienen, del 15% de su densidad, o lo que es lo mismo, una cifra de dos millones doscientos cincuenta mil ejemplares de este ungulado como techo racional sostenible.

En lo referente a España, en lo tocante al censo actualizado al día de hoy, se estima en unos 200.000 individuos los existentes, cifra alejadísima de los parámetros de mantenimiento de otros países europeos, de forma especial Alemania, Francia y Austria a la cabeza de número de ejemplares cazados por año con 1000.000-, 500.000- y 200.000- respectivamente, que evidencian un diferencial notabilísimo con los 28.000 abatidos en España, datos elocuentes de lo mucho que queda por hacer en la convergencia que se requiere. No obstante y a pesar de este abismo que nos separa, el corzo aumenta paulatinamente su densidad y expansiona su habita hacia zonas vírgenes de su presencia. Han sido, especialmente durante la última década, los momentos álgidos de su evolución cuantitativa a la par que cualitativa, según donde, merced a una buena gestión en el control, fomento y protección de su especie, alcanzando su cenit de crecimiento en la actualidad por lo que cabe pensar que si nada o nadie se decanta en su contra superará con creces en años venideros su propio registro. En cuanto a los cobros que se censan en España convendrá hacer un inciso en cuanto a la fiabilidad real de estas cuantías, que sin dejar de ser ciertas, podrían ser superiores. Delata esta conclusión, la metodología empleada en ciertas comunidades del Estado para conceder carta de origen y legalidad al cobro de la pieza a través de la expedición y venta de precintos; un sistema de perfil turbio, nada de fiar, el cual deploro y me declaro contrario al mismo (somos muchos los que lo hacemos), que hace albergar dudas sobre su eficacia en el control de las capturas.

En lo que concierne a Asturias, el corzo es objeto de especial preocupación al habérsele detectado la presencia de un nuevo parásito que los afecta de forma virulenta y algunos les causa la muerte, con mayor incidencia en el Noroccidente asturiano, con expansión progresiva a zonas limítrofes que ya lo sufren. Se trata su identificación (a decir de los especialistas en sus conclusiones patológicas) de una larva, un insecto volador de la familia de los tábanos, que en las distintas fases de su desarrollo se instalan en la faringe y fosas nasales. Una introducción supuestamente irregular de corzos vivos en España, procedente de alguna zona endémica, allende de nuestras fronteras nacionales, es posible haya sido la causa en la evolución de este parasito, del que no se tenían referencias previas en España.

Con la salvedad de esta problemática, nada desmerecedora de atención por las partes implicadas, que estimo lo sea en todo el conjunto del movimiento cinegético (biólogos, veterinarios, gestores, cazadores, asociaciones, administración autonómica) y que todas las partes implicadas deberán mostrar una fina sensibilidad en los trabajos que proceda hacer hacia la erradicación de este mal creciente, del que se tienen noticias a partir de principios de la última década presente, supuestamente conocido desde entonces por responsables en materia de la biodiversidad de nuestra administración regional (creo que no se ha hecho nada, si acaso muy poco, para intentar poder evitarlo y se propague, algo difícil de atajar, hay que reconocerlo, pero si es nada o escaso lo que se hace, aún peor) con actuaciones preventivas que puedan surtir efecto prudente en la medida de lo posible, por lo mucho de negativo que para el ecosistema y las actividades complementarias pueda llegar a suponer. El corzo en Asturias ha tenido una evolución positiva extraordinaria en cuanto al número sustantivo de unidades de su composición; hace verosímil esta creencia lo elevado de sus cuantiosas capturas cifradas (en las últimas temporadas) en el orden de las 1600 piezas. Algo impensable que no se contemplaba en otros tiempos, no muy lejanos, que ha logrado que muchísimos aficionados se hayan decantado por su caza, al ver el extraordinario atractivo cinegético que ofrecen las diversas expectativas de sus peculiares lances y la singularidad de las variantes de sus cuernas o defensas.

La importancia de la caza del corzo en Asturias, tiene otras connotaciones más que las meramente deportivas, ha venido en  constituirse como valor añadido de cotización alcista; la venta de permisos y cuotas complementarias de abate representa en el momento actual, una evidente repercusión financiera de signo positivo para las maltrechas arcas de las numerosas gestoras sociales que administran nuestros cotos regionales de caza. La caza del corzo en nuestra región es causa y origen (dadas las posibilidades que ofrecen las numerosas jornadas que se contabilizan de su caza) de un polo incipiente de atracción turística, de efectos de rentabilidad crematística eficiente para diversos gremios en el sector turístico y otras industrias derivadas, así como para el medio rural.

El protagonismo reciente que cobra este animal es la razón de visitas a nuestra tierra por  aficionados procedentes de otras comunidades del Estado tras su huella y captura; en definitiva, una respuesta más de la impronta generosa, en todos los órdenes, que la caza tiene para la sociedad.

 

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publicado por eduardobros a las 09:29 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
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