Los
hay que caminan
con
el
gravamen
sobre
sus conciencias
de
un
pasado imposible
de olvidar
y
corregir,
por
mucho que se empeñen en querer
demostrar lo
contrario.
No
se puede estar
en la
afrenta
a sus semejantes sin
antes
sentir
sonrojo,
cuando
se
conocen
vergüenzas y asuntos que es
mejor guardar.
Vivimos
los residentes en Asturias en un estrecho y
corto margen de espacio habitable formado sus límites geográficos
de finas paredes (el Principado es muy pequeño territorialmente, de
lo que se deduce es muy sensible a las
escuchas), en donde
se oye todo lo que se
cuenta, quedando
por tal motivo al
descubierto el intransigente
ejemplo de la
decencia de la que alardean algunos
incorregibles
celosos
instalados en una
oratoria vil
que hacen en voz
baja y en secreto, con el
rastrero propósito
de mancillar a personas de acreditada
y respetable conducta
cívica en la sociedad. Se
podría decir que
son secretos a voces las muchas
excrecencias que
pronuncian,
puesto que sus ecos por difusión de
terceros llegan con la precisa
claridad
a la(s)
persona(s) objeto de
sus habladurías, dejando en evidencia al
“chismoso” por haberle fallado las fuentes de
la confidencialidad.
En
otro orden de cosas,sostiene en la ondas un
tal Mariño, (sujeto con el cual jamas he
tenido relación alguna, aunque la
estela que dejó su pasado
de controversias como
empleado de una sociedad cinegetica,
no me sea indiferente)
que “no soy
escritor, tampoco cazador y lo que escribo no lo entiendo ni yo”.
Pudiera ser así, mas
no me lo parece del todo, si considero por
parte de quien hace este tipo de
afirmaciones, según mi criterio, ofrece
serias dudas sobre su formación
técnica, intelectual y humana,
para estar en posesión
de un lenguaje critico de esta naturaleza.
Escribo
sobre caza y todo lo relacionado con ella,
desde hace mucho tiempo
(alrededor de 40 años)
en un
Diario líder
en Asturias, en cuanto
a “tirada” de
sus ejemplares y difusión, a
lo que parece,,
con notoria
acogida y buen
entendimiento
entre los
lectores, a pesar
de lo que sostiene Mariño, que
es lo verdaderamente
interesante.
Para mi es muy
meritorio, por lo cual me
siento muy contento. Ha tardado Mariño
en darse cuenta y
sostener, de que
no soy escritor. Lo de negar
mi condición de cazador, entiendo
es contemplado
y sostenido por Mariño,
desde una visión subjetiva, puesto que lo
que sostiene Mariño
carece con
certeza
de elementos
objetivos a pesar del empeño que pone
Mariño en
sostenimiento
este tipo de afirmaciones.
Al respecto, no hay causa que
lo evidencie.
Estoy seguro.
Ser
cazador requiere de muchos matices; referido a la caza, seguro
que no guarda relación con la función de
“sumiso sirviente” o eficaz “chico de los recados”, peaje
que tienen que pagar quienes tratan de introducirse en ambiente
fuera de sus contextos económicos y sociales.
Lo que en la lengua que utiliza el pueblo llano en comunicarse tiene
nombre explícito que lo describe muy oportunamente.