
Es
una verdad absoluta que el lobo gana terreno en Asturias. Tanto es
así que la expansiva población en el Principado de este formidable
cánido, está constituyendo un serio problema para la sostenibilidad
de unos recursos naturales, que son las especies cinegéticas. Por
tanto, se tiene, mas que el convencimiento, la certeza de que, en
zonas donde abunda la caza y ha sido detectada la presencia del
depredador en cuestión, este se convierte en el principal
beneficiado por el desarrollo de las poblaciones de animales de caza
mayor.
Sucede
que una situación calamitosa como esa, es revertir la calidad de un
trabajo altruista desarrollado con éxito por las organizaciones de
cazadores asturianas que sufren de este desgaste, que ven con
desánimo, como una labor ingente de gestión y ordenamiento que ha
costado mucho conseguir y mantener, esta siendo seriamente dañada.
De igual manera que la ganadería extensiva y domestica tiene
compensaciones a las pérdidas de sus ejemplares, motivadas por lo
expuesto, de la misma forma e iguales circunstancias se les debe de
conceder ayudas a las organizaciones de caza social que tienen a su
cargo la gestión de terrenos cinegéticos de régimen especial. El
daño infligido ha sido de consideración. A medida que crezca la
densidad del lobo, habrá más daños.
La
opinión pública asturiana es desconocedora en gran parte de un
hecho que no es posible pasarlo por alto, y menos que tenga
aquiescencia absolutoria de la Administración regional, puesto que
de seguir con la frecuencia con que se viene sucediendo resultará
del todo inviable sostener la riqueza de un patrimonio natural,
orgullo del pueblo asturiano. A simple vista, cualquier interesado
observador, se dará perfectamente cuenta de las bajas significativas
que este animal y sus camadas han producido y lo siguen haciendo de
continuo en áreas, no hace mucho, de exuberante densidad venatoria,
hoy camino de convertirse en un apaño de su reciente esplendor,
De
seguir este continuo deterioro estaríamos ante una representación de las
cosas que se extinguen de una manera penosa. Es por eso que la
prioridad no puede ni debe ser el lobo en detrimento de otras
especies. Sería un desorden en el medio ambiente.