En su momento (segunda mitad de los 70, siglo pasado), se puede considerar como un hecho pionero, singular en su constitución entre las de su género, dadas sus especiales características y peculiaridades, la de esta granja cinegética, llamada a ocupar un espacio y tiempo como especial revulsivo, ante la secular carencia de especies de caza menor que los aficionados a esta modalidad cinegética, socios de la Astur (una inmensa mayoría de los mismos), venían soportando en los cotos sociales de esta entidad.
Faisanes
Un hecho de por si determinante que llevó a su junta directiva a un cambio de sentido en su estrategia de futuro en relación con estas carencias, a fin de proveer de mayor y mejor capacidad las legitimas aspiraciones de este amplio colectivo de asociados. Ya, en los principios de los años 70, hubo primeros intentos de consolidación de especies no autóctonas, como el Colín de Virginia y Perdiz Chúkar, incluso hasta con Gallineas de Guinea, lo que supuso todo un gran esfuerzo inversor buscando la consolidación de estas especies, y primeras decepciones. Posteriormente, nuevos trabajos y oportunidades habrían de llegar con la creación de una nueva granja cinegética de características muy superiores a la existente por aquel entonces.
Panorámica parcial de la granja
Se elaboraron proyectos, diseños y estudios de sus instalaciones, su finalidad y capacidad, el costo y la incidencia que de los mismos pudiera derivarse en el necesario equilibrio sobre los presupuestos económicos anuales.
Por acuerdo de la Asamblea General de Socios de la Sociedad Astur de Caza, celebrada el 13 de Junio de 1976, se establece la creación de esta novedosa estructura y, a propuesta de su presidente D. Juan Aurelio Alvarez Riera, por acuerdo unánime de los asambleístas, pasa a denominarse Granja Cinegética de la Sociedad Astur de Caza “JOSE RAMON BROS” como recuerdo imperecedero y agradecimiento a la figura del que fue secretario general de dicha Sociedad desde su fundación, cargo ostentado (25 años) sin ningún tipo de remuneración.
Constituido este equipamiento, sus instalaciones se encontraban situadas en el Berrón-Siero, en una finca, cedida por un socio, de forma altruista, por un periodo de 12 años , denomina los “Polvorines”. Mostraba una superficie de 960 m2., en terrenos llanos. Constaba de una nave principal de 54 m2., dividida en dos departamentos, uno de ellos para el almacenamientos de huevos y otro destinado a incubadora y nacedora, ambas de gran capacidad, dado lo avanzado de su tecnología. En cuanto a la incubadora, esta era de procedencia francesa, marca “ La Nationále”, totalmente automática, potencia máxima de 1500 vatios, ventilación de hélice centrifuga , con calor regulado por termómetro de contacto y control de humedad. De la importancia de su mecanismo (H.T.03) quedada cuantificada su capacidad de eclosión en 1140 huevos de codorniz, con tres bandejas y termostato disco de éter.
Su producción óptima semanal estaba prevista para 1000 codornices, setecientas perdices rojas, otras tantas pardillas y 400 faisanes, todo ello de forma alterna. Disponía dicha granja de un parque de vuelo para entrenamientos, previos a las sueltas, de 550 m. cuadrados, cubierto por una red de polietileno, apoyada sobre tirantes metálicos galvanizados e instalaciones automáticas en todos los servicios, tanto en bebederos como en comederos, así como también un parque de reproductores de faisanes que constaba de veintiocho departamentos construidos a base de soportes de hierro, con puertas de acceso independiente, tela metálica y techo de chapa de Uralita en toda su extensión.
Pronto se hicieron las primeras sueltas para la caza intensiva de estas aves, en áreas adecuadas y especialmente diseñadas y en cuanto a sus aprovechamiento inmediato, los efectos producidos, fueron desiguales en sus comienzos, aunque sí muy participativos. Era la novedad y por tanto el comienzo de lo que podría llegar a representar una nueva época con un estilo muy definido en el ejercicio de la actividad venatoria, en el que el transcurrir del tiempo, muchísimos cazadores adoptaron como algo asiduo, cotidiano, a lo que casi nadie hace objeciones y se da por bueno.
Hasta donde se conoce, no parece que este productivo recinto cinegético haya tenido una larga vida. Hacia el año 1981, una nueva directiva, salida de las urnas, no sin polémica, se hizo cargo de los destinos de la Astur. Las causas de la desaparición de la actividad en torno a este complejo reproductor, no han sido explicadas. Cabe pensar que la incorporación deprisa y corriendo de nuevos cotos de caza menor en terrenos leoneses, objeto de promesa electoral del aspirante a Presidente; exentos de infraestructuras y de la debida protección, sin fomento ni control de la población cinegetica, de escasísima densidad, haya sido la causa de su cierre progresivo, pudiendo estar en el ánimo de la Junta entrante revertir la situacion creativa y productiva de dicha Granja y trasladar su costo hacia otras alternativas consideradas, por estos directivos, más eficaces que la sostenibilidad del valor de este innovadora estructura, cuyo funcionamiento parecía el adecuado. Un grave error que hemos pagado todos.
Estos arrendamientos de terrenos de caza, entre otras cosas, que no son objeto de atención en esta oportunidad, han supuesto un autentico fracaso económico y deportivo; marcó definitivamente el principio del fin de la Astur; con una pérdida incesante de socios y una errónea gestión, producto de un desconocimiento supino de sus gestores en la atención al ordenamiento requerido.