Es una
“vuelta de tuerca” más. Un autentico contubernio se cierne sobre la caza y los cazadores, en
forma de tics autoritarios. Es la pretensión de ideologías radicales contrarias
a la mantención de la actividad cinegética; de ir eliminando factores que
contribuyen a mantener la tradicionalidad de la caza a través del hecho
generacional, trasladado de padres a hijos
como valor funcional primario.
Para que la
caza goce de continuidad y no agonice lentamente, es muy necesario que se
produzca un relevo generacional como mínimo, ajustado a las bajas producidas en
sus filas. Savia nueva a integrarse que frene un proceso de abandono acelerado
decadente producto de las consecuencias del paso del tiempo en las personas. No
irrumpen los jóvenes con la fuerza que se requiere. Ya no acompañan con
asiduidad, como antaño, los hijos a los
padres; somos los mismos en la cotidianeidad, aunque cada vez menos.
Hurgar en
las causas no parece menester, puesto que de sobra son conocidas. No obstante a este padecimiento, se
le viene añadir otros de reciente conclusión que pudieran ser definitivos en el
devenir futuro de la venatoria. De llevarse a cabo algunas de las propuestas,
niños y jóvenes no podrán tener presencia y menos acompañar a nadie durante el
transcurso de la actividad cinegética, en cualquiera de sus modalidades. Algo
que debemos considerar insólito y desproporcionado.
Es un hecho
cierto que una parte muy importante de la actual juventud no muestra suficiente
interés por la caza. Alegan, en su descargo, otras prioridades y carencias de
medios. A pesar de todo, aquellos que si lo hacen,
acompañados de responsables, sin ser parte activa, escasos en número, podrían ver impedido su
acercamiento al quedarles prohibido el acceso a su entorno, puesto que no
reúnen la edad necesaria que la ley les exigiría. Con esta condicionalidad por
parte de algún que otro grupo político que
llevan en exclusividad en su programas, el efecto disuasorio sobre la caza, cobra carta de naturaleza.
Dentro de
los programas que se mencionan, son recogidos diversos pasajes, motivados por
ideologías opositoras, inductoras para una derogación concluyente en la
eliminación de las estructuras en que se mueve la caza. Tampoco permitirán que
desde instituciones, públicas y privadas, se organicen reuniones informativas
de carácter didáctico a fin de dotar a la sociedad de conocimiento y superior criterio sobre lo que la corriente
cinegética aporta al conjunto de la biodiversidad, industrias, sector rural y
en aspectos sociales.
La caza a través de sus mecanismos de pedagogía
está tratando de contrarrestar una pertinaz y vergonzante campaña de
descredito, incluso, nada exenta de provocación y vandalismos de grave
afectación y consecuencias, en la que no faltan los insultos y amenazas contra
la integridad física de las personas. Caza vez aumentan los actos incriminatorios
contra los cazadores, sin que se tomen “cartas en el asunto” desde las
instituciones encargadas de mantener el órden.
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