
No
son momentos de contemplación para el gremio de cazadores asturianos
ante el oprobio que supone las constantes ausencias de estimulo y
proyección que de la caza deportiva se hace por parte del ejecutivo
regional, en lo que parece seguro, mas que probable, una estrategia
reaccionaria como modelo, que pudiera encubrir un meditado
distanciamiento hacia el sector, llevado demasiado lejos. Ningún
gesto de proximidad se caracteriza para atribuirle valor alguno,
máxime en tiempos en que le arrecian con gran virulencia desafíos
radicales al margen de cualquier razonamiento basado en criterios
objetivos.
Un
silencio arbitrario el de nuestros regidores que supone un grave
perjuicio del que se resiente la caza en su derecho a ser bien
defendida y proyectada, cuando se prescinden proclamar referencias
creativas de su mejor versión. Con tan solo datos estadísticos no
basta, menos aún, anunciar, cual profeta, la llegada de supuestos
inquietantes. En contraposición a estas actitudes, resulta muy
satisfactorio destacar los discursos concluyentes, precisos y
continuos cuando desde la Administración Publica de otras
Comunidades, conscientes de la transcendencia de la caza en sus
territorios, se emiten orientados a difundir mensajes a la ciudadanía
sobre el carácter solidario, de integración social y motor
económico que ejerce.
Se
hace del todo necesario abrir un nuevo tiempo; tomar iniciativas para
evitar no volver a tropezar en los mismos errores del pasado (la
convocatoria del 15 de Abril de la Federación de Caza de Asturias,
por la defensa de la caza, no resulto lo bien que se esperaba.) ante
estos contemporizadores de la indiferencia para con nuestra caza, y
para contrarrestar aquellos obstinados que insisten en considerarla
“un arma de contención de impacto relativo que ocasiona resultados
modestos en términos numéricos” ¡casi nada!..) cuando en su
compromiso con la eliminación de ejemplares de jabalíes se trata.
Se les olvidó mencionar para este asunto, aspectos condicionantes de
lo que supone al movimiento venatorio del Principado ceñirse al
cumplimiento exacto de los preceptos legales que rigen en la vigente
y vetusta Ley de Asturias de la Caza y del Reglamento que la
desarrolla. Es que no da para más. En las Zonas de Seguridad, foco
del problema, la caza no interviene. No está autorizada. En otro
orden de cosas, no se debe señalar a una “supuesta falta de
motivación de los cazadores para tratar de abatir mayor numero de
jabalíes”, como causa de la alta densidad de esta especie en
Asturias. Es querer confundir. Las razones son otras muy distintas.
Se conocen en el ámbito de la diligencia pública. Por eso son de
extrañar este tipo de connotaciones.
Cuando
se dice que el sector se encuentra carente de voluntaria coordinación
para generar una superior confluencia de sus actos de promoción, es
obligado referirse a la deficitaria interacción de que ha venido
dando muestras su fuerza motriz, si se entiende por tal a las
sociedades locales de cazadores, sobre la necesidad de implementar
acciones que generen influencia, a fin de que se establezcan
programas de función comunicativa con la sociedad que contribuyan a
finalizar el “apagón” didáctico y pedagogo a que someten las
instituciones públicas a la caza de Asturias.