
Pudiera
parecer un contrasentido esta afirmación -si les parece, sigan leyendo, por favor, gracias-, pero creo que es una realidad. Con ello quiero
decir, según mi criterio, que no es la
consecuencia de que haya menos cazadores el motivo real de que el alto nivel
demográfico que presentan distintas especies cinegéticas en España, en cuanto a
la caza mayor se refiere, sea debido a
la perdida de efectivos en el sector que dificulta un superior aprovechamiento.
Hay razones suficientes y poderosas que están en el ánimo de todo aquel buen aficionado a la caza interesado por el tema, para darnos por seguras que son otras las
causas que ayudan. La buega gestión y el ordenamiento son factores imponderables.
No tengo
dudas de pensar que quien afirma que la baja afiliación es uno de los capítulos
a tener en cuenta cuando de hacer este pronóstico se trata carece de
objetividad. Los datos estadísticos son reveladores. Efectivamente el bajón
sufrido en la expedición de licencias de caza en estos últimos años, ha sido demasiado importante como para no
tener en cuenta esta precisión. Pero, nada más que eso.
No todos
los que están o han estado en la caza, son cazadores de condición. Diversos
factores se cumplimentan en orden a sentir la ilusión de tener un arma de
fuego. Alistarse a la caza, les facilita esta tenencia. No todo aquel que
posea licencia de Caza y el
correspondiente Permiso de Armas, son cazadores al uso. En otros casos concretos, debido a diversos imponderables;
la actividad ya no se ejerce, pero
siempre queda la esperanza de que en algún momento las cosas cambien y puedan
volver. Mantienen las perspectivas; no se deshacen de los documentos: los mantienen
en vigor. No obstante, considero que es
verdad, que hay muchas personas que de forma reglamentaria son poseedores de armas
de fuego por el mero hecho de tenerlas.
Es cierto
que en la actualidad se cobran más piezas de caza. Habrá quien se pregunte ¿Y,
como es esto, si hay menos cazadores?
Pues fácil deducir que, el cazador que va quedando, que afortunadamente todavía
no se ha ido de la caza, y, sostengo el deseo que siga acudiendo con salud y
esperanzado de obtener un buen lance, o, simplemente disfrutar de la estancia
en la Naturaleza, participando, sintiendo y deleitándose de la emoción de la
caza junto a sus compañeros y amigos, tiene
muchas más oportunidades que antes. Hay huecos donde incluirse. Es decir: caza
más jornadas que antaño. Suple ejercitando con una actividad superior las bajas
habidas. Casi podría duplicar su fuese
su deseo, los días de caza de temporadas anteriores.
Las
cuadrillas de caza en Asturias ya no son
uniformes e inamovibles, como antaño se procedía. Dentro del mismo coto
se practica de mutuo acuerdo entre las partes, o jefes de cuadrilla, la cesión de cazadores entre las diversas peñas, previo pago por el
cazador-socio de una cantidad determinada a las arcas de la sociedad social
gestora del coto, cuyo importe resulta asequible a muchos bolsillos. Un
formulismo cuya síntesis es generar ingresos
para las sociedades locales de cazadores, que bien sirven para cuadrar sus cuentas, o, cuando
menos evitar las ocasionales, inoportunas
y desagradables posiciones deudoras; en su defecto sirva para ajustar sin pérdidas
sus estados financieros.
Lo cual certifica que el cazador, no se limita
a cazar únicamente dentro de su propio grupo; ha buscado otras alternativas en el
coto del cual es socio, complementarias a sus deseos de cazar. La falta de
efectivos para completar los grupos ha hecho posible estas incorporaciones
con lo cual el cazador que resiste, si
le interesa y puede, aumenta sus días de
caza. En definitiva la actividad cinegética se mantiene capacitada hasta ahora
para contrarrestar las bajas que se han producido.