Abate, cobro de la pieza, creo que son los términos a emplear
más apropiado para definir el resultado efectivo de un lance de caza celebrado
sobre una especie cinegética. Dentro de lo que es el argot en el campo de la venatoria,
subyace en el subconsciente del cazador una palabra que por su tipología,
merece ser tratado su pronunciamiento con todo tipo de aforismos que el
Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua nos permita con el
objetivo puesto en evadir diluyendo, la radicalidad estridente de la palabra
muerte, tan sumamente relacionada con la violencia.
Esta “palabreja” de mal gusto, entonarla cuando a ella nos referimos, sin
duda tiene transcendencia importante, por las diversas connotaciones que se producen
en su significado. Para la cazadores, no creo sea de obligado uso mencionarla como gesto
efectista para dar a conocer las consecuencias directas de un lance de caza con
resultado concluyente.
Hay costumbre bastante generalizada entre los cazadores de
dotar a sus manifestaciones, cuando de
contar sus cuitas de lanceros se trata, de una entonación expresiva que cale en
la credibilidad de a quien o quienes se dirigen y escuchan. Para ello, nada
mejor que dotar al expresionismo de su verbo de una mayor pedantería en el vocablo,
que si es referido fuera de contexto, puede originar reacciones contrarias.
La caza, se ha dicho por activa y por pasiva, no es muerte.
Debemos de erradicar este concepto apuntado
de mal proceder. No son tiempos en que la caza goce de popularidad, todo
lo contrario, por lo que no se debe de permanecer en el gasto inocuo de
otorgarle un carácter trágico al que añadirle más descredito. La
personalización en primer lugar de la “muerte de la res” es un asunto propio de
aquel cazador que opta por describir la efectividad de lance.
Debiéramos por tanto, aplicarnos a guardar las formas en los comentarios de viva voz dirigidos a una
audiencia, que no toda, tiene la capacidad sensitiva instalada en los criterios
de comprender un ejercicio que no aceptan de buen grado. Posibilitar que no
crezcan los prejuicios contrarios al buen ejercicio de la caza, es una de las
razones a tener en cuenta por todo buen aficionado a la cinegética que se
preste. Para ello nada mejor que rebajar tensiones con nuestros contrarios, sin
alardes en el uso de una dialéctica inoportuna.