.Sería
perder la objetividad el no considerar la caza social como un actor
beneficioso para la sociedad. Es hora de que el Ejecutivo regional
deje de enredar de una vez por todas y tome en serio a los cazadores
del Principado sin ampararse en una simplista categorización de los
problemas que el sector viene acusando. Las protestas llevadas a
cabo tienen un sentido real y objetivo: son las consecuencias en versión negativa que vienen de lejos, que padece el sector, obligado
a tener que desarrollar una financiación paralela que para muchas
gestoras es inalcanzable, y, a otras, se les convierte en la
sensación de padecer un verdadero calvario que, de seguir por este
camino, les obligará tener que entregar el testigo.
Tiene
el Ejecutivo que asumir su responsabilidad y abandonar la
arbitrariedad del desamparo con que actúa en relación a la caza
social; deshacerse de esa postura comoda de un gobierno ensimismado,
lo que significa una irresponsabilidad en un momento crucial en el
que está en juego la permanencia y sostenibilidad de una actividad
que defiende el medioambiente como nadie y resulta un motor económico
formidable.
La
caza social en Asturias es un soporte básico en esa línea de
controlar, fomentar y proteger cualquier tipo de fauna silvestre.
Todo esto se puede perder.
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