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La
polémica sobre usos del monte y el
conflicto con la caza ha vuelto a saltar al primer plano de la actualidad.
Que la caza no se
encuentra en un momento álgido de credibilidad es algo incuestionable. Existe,
por diversos motivos, con razón o sin ella, mucha controversia sobre su ejercicio, lo cual
hace pensar que lo que menos necesita en
estas
circunstancias es la apertura de nuevos frentes contradictorios con su
actividad que le suponga aumentar el clima hostil que soporta.
La Federación Española de Caza no ha hilado fino en esta ocasión.
Sus responsables no han tenido el don de
la oportunidad. Queriendo delimitar los pasos, han alterado el rumbo de una
necesaria convergencia. En un error de cálculo, pues no son tiempos para
reivindicaciones de tan señalada naturaleza, haber propuesto, en principio de forma verbal, al Ministerio de Agricultura, Alimentación y
Medio Ambiente, su implicación en un
compromiso a resultas de establecer un pleno derecho para la caza que, por su
composición, pudiera ser susceptible de ser discriminatorio para diversos sectores; lo
que ha supuesto que las partes que se sienten afectadas señalen como un ataque de los cazadores al articulo 45 de
la Constitución.
Me refiero al impedimento o prohibición de acceso, que
tendrían las personas (senderistas, ciclistas, aficionados a la micología, etc.)) cuando transitan por espacios públicos en las zonas y días en las en
que se celebran monterías o batidas de
caza. En estos casos, se pide prioridad
para la actividad cinegética en aras de mayores medidas de seguridad
Alertados, los afectados de esta inoportuna propuesta, digo inoportuna en el tiempo y las formas, por lo
que de negativo tiene para el ideario de la caza, ha suscitado reacciones furibundas
en plataformas de colectivos dedicados a proteger las montañas, declarados
anticaza, y haber propiciado, asimismo, un debate social sobre la conveniencia de la implantación de una normativa con visos de reacionária, en amplios sectores de la ciudadanía
Red Montañas, plataforma que agrupa a varios medios
relacionados con el paisaje y la biosfera, es la encargada en esta ocasión (ha salido
presta al quite), por
sentirse la más perjudicada, en esta apología lesiva
sobre una práctica que desconocen en profundidad. Argumentan en esta asociación como tópico, en un comunicado
generalista con evidente desvarío, la incompatibilidad de las monterías y batidas con cualquier otra actividad que
denominan pacifica y de recreo en la
naturaleza, debido a la peligrosidad y riesgo de accidentes mortales. Lo que
subyace en la mente de estos detractores de la cinegética no es la peligrosidad
a la que aluden, pues de ello se desprende que han sido los cazadores y, no
otros, los que han sufrido las consecuencias por mor de imprudencias u otras causas imprevistas, no
deseadas, generadas desde la propia acción de cazar.
No se tiene constancia
como un hecho categórico que sea merecedor de un cambio legislativo producto o
resultado de negligencias de los cazadores hacia sus conciudadanos. Lo que
induce a pensar que esta verdad absoluta que alegan y tanto pregonan carece de
todo realismo. Lo que irradia, es un añejo
complejo de distinción entre el bien y el mal, señalando a la caza
inmerecídamente en la cima de las perversiones.
Indudablemente tiene que haber compatibilidad en el uso de
estos espacios naturales de una forma reglada Se puede hacer y de hecho se viene
haciendo sin que haya perjuicios para nadie. Hasta ahora no ha habido motivos
que lo desaconsejen. Los intereses mutuos han convivido en paz. Cualquier deporte que se ejerza al aire libre, no pueden ni deben anteponerse, salvo fuerzas de causa mayor, unos sobre otros, los diversos protagonismos
implicados. Hay tiempo y sitio para todos, sin necesidad de perturbarse.
En sus inventivas la plataforma mencionada exige, como medida
precautoria que, las organizaciones cinegéticas gestoras de los terrenos objeto de acotado, elaboren calendarios informativos de
su programación a través de aplicaciones informáticas subidas a la Red, con la finalidad de ofrecer a grupos interesados o particulares en la página
Wed de la Federación el suficiente
conocimiento sobre las actividades a desarrollar dentro de los cotos que
administran para que no haya lugar a equívocos y cada uno sepa a qué atenerse.
La Federación ha puesto a la caza y los cazadores, con este
proceder, a los “pies de los caballos”. No
puede generar enfrentamientos de esta índole que levanten estas reacciones tan
airadas, cuando lo que procede es limar asperezas y buscar convergencias centradas a trasladar a la ciudadanía la conveniencia de admitir y considerar la caza como un sano ejercicio.