A
todo aquel aficionado a la caza de larga trayectoria vital en esta
actividad, doy por hecho que le han sucedido cosas, que hasta cierto
punto le puedan resultar inverosímiles, incapaces de comprender. A
uno como yo, ya “viejuno” en la vida y en estas lides de tirar al
jabalí, me ha pasado de casi todo. La cantidad de vueltas que he
dado a mi cabeza tratando de encontrar explicación al hecho de haber
fallado tan lamentablemente el tiro a una pieza. La verdad es que
cuando sobreviene el fallo, no hay
disculpa que valga, máxime cuando las condiciones han sido optimas,
con todos los pronunciamientos a favor del cazador. Aquí se produce
un fallo, y no valen cábalas ni argumentaciones ficticias que traten
de enmascarar lo sucedido. En otras ocasiones, es a la inversa, un
disparo lejano de los que se tiran para intentar cambiar el rumbo del
jabalí que se va para otro lado, fuera de la “echada”, se
convierte en un acierto inesperado. ¿Quién no ha vivido una
experiencia de este tipo?
Me
pregunté en ocasiones, como es posible que haya sucedido esto. Le
tiré de cerca al bicho: cumplí con el protocolo de dejarlo entrar
y, una vez a prudencial distancia próxima a mí, con el arma
cubriendo todo su recorrido con trayectoria inequívoca hacia la
posición en que me encontraba, creyendo que el abate se produciría
sin remisión una vez efectuado el disparo, para mi sorpresa, resultó
todo un “chasco”. Bien es verdad que hay tiros a priori que
parecen misión imposible (no ha sido este el caso) No acertar a una
distancia de 80, 90 metros a un jabalí en plena carrera por un
monte abajo, es lo corriente. Es muy dificil, lo cual tiene el
significado que no se debe considerar nunca un error. He visto
bastante sobre esto, cuestión que me sirve para refrendar mi
pensamiento.
Llevaba una buena “racha”
de aciertos con el 30,06 MK3 de Browning Una caída o tropiezo por
el monte portando el arma que dió con mis huesos en el suelo, hizo
que el visor impactase con algo duro, haciendo que una de sus
torretas de regulación sufriese las consecuencias de aquella caída.
Tratando de arreglar estos desperfectos, pronto llegó otra jornada
de batidas al jabalí, cuestión que me hizo portar el 27O Breno de
cerrojo con el que toda la vida he cazado, salvo los últimos años,
con munición de 150 grs. Remingtong.
El
caso es que el jabali al que “marré” el disparo, venía de
visitar distintas esperas, donde había sido recibido con “salvas”.
Esquivo y huidizo tuvo que ser, puesto que libró de ser abatido por
un certero disparo, haciendo que su camino buscando la libertad,
pasase como último recurso que le quedaba de salir airoso de aquel
trance que amenazaba su vida, de no girar su dirección, por la
espera que me habían encomendado guardar. Por las emisoras me
advertían de la inminente llegada del animal. Efectivamente así
fué. Colocado en el mejor sitio que creía, pronto le sentí “romper
monte” augurando su salida por uno de esos itenerarios que tan
señaladamente dejan huella de su paso.
Sobre
aquel punto concentré, sin moverme, ni respirar, toda mi atención.
No salía el bicho por donde debía. Prefirió romper la maleza que
separaba el monte con una finca a prado. Lo ví saliendo del aquel
embrollo de maleza pudiendo hacerle un solo disparo a escasos metros
sin tiempoi para más. Para mi sorpresa, salió corriendo por detrás
de una cerca que estaba a unos cinco o seis metros. creyendo por mi
parte que no iría muy lejos. Tenía la convinción de haberle
“pegado” el tiro; la sensación era de que estaba abatido un poco
más allá, quizás tuviese que rematarlo. Pude comprobarlo: no fué
así. El animal, superado el susto de la detonación, sin haberle
cortado ni un “pelo”, se largó con “viento fresco” rumbo a
otros pagos.
El
uso de arma con cerrojo tiene muchas ventajas, pero escasas
posibilidades de ser eficaz en zonas de escasa visibilidad. El acto
de extraer el casquillo, tiene el significado de que se pierde una
milésima de segundo, tiempo suficiente que permite la huída de la
pieza. Estoy seguro de que con el semiautomático me hubiese
permitido hacerle más disparos. Esto que les cuento, ha sido algo
que se puede facilmenete enmarcar como un “fallo” clamoroso.
Todavía sigo dandole vueltas al asunto.