Supuestamente es el bagaje que en relación a la caza, tiene
el nuevo Ministro encargados de los asuntos para la gestión y ordenamiento de
este sector. No parece nada nuevo en él en el origen de su argumentario, puesto
que los antecedentes que le adornan en cuanto a concederle a la caza
reconocimiento muestran claros indicios de ser una persona con actitud
contraria a la actividad cinegética y todo lo relacionado con ella. No se ha parado
en “barras” este servidor público, cuando en su día, tuvo la oportunidad de
hacerlo, para mostrar su desacuerdo “in
situ” contra una partida de cazadores, mientras que en el uso de los derechos que la Ley les concede, ejercían esta
práctica. Numerosos son sus comentarios por diversos conductos que dan cuenta
de su sentir siempre que ha tenido oportunidad de mostrar su desafección hacia
lo que considera un mal trato animal.
Es decir que, “donde
éramos pocos, ya se sabe lo de la abuela….”. Nada bueno se vaticina en estos
tiempos que corren para los cazadores (con estos amigos, la caza no necesita de
enemigos), a pesar de que este responsable pretenda ser pragmático, eso dice, y,
es posible, considere por conveniencia
política, más que otra cosa (no creo
renuncie a sus principios animalistas) cosa, obligado por circunstancias de la
debida obediencia a sus mandos superiores, bien sea en el ejecutivo o de
partido, retroceda (ya lo ha hecho con respecto a la tauromaquia, veremos si a
la caza también y le entra el pragmatismo) en algunas de sus pretensiones, que por
naturaleza de las mismas, bien podrían, si le dejan, seccionar aspectos
fundamentales para la concepción y el desarrollo de la caza social, fundamentalmente,
en España.
Pongo en duda que este nuevo cargo esté al tanto de lo que
supone la caza en cuanto a prestaciones de todo tipo para la sociedad. Le queda
muy lejos todo esto. Seguramente habló demasiado sin saber. Se ha publicado un
informe muy detallado y fiable de los aspectos económicos que genera el sector
venatorio y la incidencia capital que tiene para los españoles en el producto
interior bruto, a través de la creación de riqueza, empleo, en el control,
fomento y protección de las especies salvajes, y como ayuda posible a un
sector, actualmente en decadencia, referido al medio rural. Si no lo ha leído,
debería de hacerlo a más no tardar. Le cambiaría, si no es un sectario, las
perspectivas.
El Sr. Ministro, que
doy por seguro que no sabe nada del interiorismo de la caza, es oportuno
destacar de este, sus divagaciones, sobre aquello que manifiesta ser un decidido
defensor de los animales (curiosamente los cazadores también Sr. Ministro,
aunque no lo quiera entender o no le parezca así. Este cargo público, si no
fuese por la caza en sus románticos y exultantes paseos por la naturaleza, a buen
seguro, no podría contemplar especies
salvajes en el mismo grado que las contempla), a quienes los quiere equiparar en derechos civiles en
todos los órdenes, con las de cualquier ciudadano. Algo utópico e inaudito,
difícil de entender. Con estas premisas de “buenismo mal interpretado” del Sr. Ministro,
y otras que a buen seguro añadiría, como método de justificación para
deslegitimar la caza en la medida que le sea posible si le dejan y hacernos a los cazadores la vida
imposible ¿donde quedaría la caza y todo lo que supone para el control, fomento
y protección de las especies salvajes? No fastidie Sr. Ministro ¿Ud. que sabe
de esto). Sobre este asunto, por favor, mejor
callado, para no meter la pata lastimosamente.