
Se ha
puesto en duda la conveniencia de que la
caza reciba subvenciones. Lo hace, lo he podido leer en un diario regional de máxima
tirada, un gerifalte al parecer, de una organización conservacionista.
Se le veían
venir las intenciones. El encabezamiento de su artículo de hoy en la prensa, lo
hacía predecir. Y, es que alguno, no se
puede aguantar sin meter cizaña. Tiene que dejar constancia del carácter
reivindicativo de sus profundas y permanentes desavenencias para no pasar
desapercibido y hacerse notar, más que buscar otra cosa, entre los de su género
como un paladín defensor de estos posicionamientos contrarios a la caza, en vez de buscar la cohesión y el dialogo entre
aquellos de distinto signo credencial, pero, al fin y al cabo, coincidentes en lo básico, diferentes en el método,
cómo es el control, fomento y protección de toda clase de fauna silvestre y la
conservación del territorio, entre los que la caza tiene un lugar prominente.
Es la caza
la que está en el punto de mira de este
individuo de cuyo nombre no quiero acordarme, para no darle publicidad. Una vez
que comencé a leerlo, pronto adiviné que en el fondo latía una especial
dedicatoria de incomprensión y rechazo hacía una actividad como es el buen
ejercicio de la caza tradicional. Hasta aquí, tengo que admitir en contra de
mis creencias que no a todo el mundo le pueda gustar la caza, e incluso, hacer proxenetismo para que sea rechazada, si
se hace en condiciones loables desde la expresión veraz de un sentimiento.
Pero hay
que hacer honor a la verdad. Según se desprende de lo manifestado, en esta ocasión
por el Biólogo e Investigador en
cuestión, será muy bueno haciendo los recados, pero no tiene ni idea de lo que
es y representa ser la caza para la sostenibilidad de las especies silvestres y
la defensa del territorio. Hay que
decirlo alto y claro. No se puede hablar, escribir, desde el desconocimiento
generalizado de la actividad cinegética. Otra cosa que lo haga desde un sectarismo imprudente.
Le extraña
y le preocupa al licenciado que la caza tenga subvenciones. Lo que es aquí en
Asturias no debiera ocuparle tiempo en sus pensamientos: son ínfimas. No tienen
trascendencia alguna en los respectivos presupuestos del asociacionismo
cinegético. No alcanzan ni para un café. No obstante, debo decirle que las
sociedades locales de cazadores que reciben este exiguo y vergonzoso tipo de
insignificante prebenda, son únicamente receptoras de esta ridícula dádiva,
aquellas que presentan anualmente al Gobierno del Principado un estado de sus
cuentas debidamente saneadas, por equilibradas, en cuanto se refiere al buen
manejo global que hacen de su economía y la racionalidad que les caracterizan en
el uso de los recursos naturales que administran. Por supuesto que quedan
excluidas de recibir estas migajas aquellas entidades que no cumplen con los requisitos
exigidos.
No obstante
todo esto, aún hay más. Unido al pago, en tiempo y forma de numerosos salarios
y la correspondiente seguridad social a un cuerpo de vigilantes que velan por guardar el orden en
los respectivos cotos de caza a los que están adscritos, se debe dejar
constancia del volumen total que alcanzan las indemnizaciones (cientos de
millones al año de las antiguas pesetas (no se olvide que salen del bolsillo de
los cazadores) a los damnificados por los daños que les producen las especies
silvestres declaradas cinegéticas en sus tierras de labor y pasto, además de
cumplir objetivamente con las directrices de los sucesivos Planes de Caza y de
Aprovechamiento, condiciones que de no cumplirse íntegramente no sería posible
el tener acceso a este tipo de mini prestación que por ley les corresponde, y,
llegado el caso, la retirada temporal o pérdida definitiva de la adjudicación .
A estas
organizaciones venatorias nada les es gratis. Dependen de sí mismas para
mantenerse. Debe de saber el Biólogo e Investigador, como así se denomina este
prójimo, que en el proceso de adjudicación por la Administración para la
gestión de un coto de caza, el concesionario contribuye a engrosar en las
arcas del erario público; tiene que
pagar una tasa o canon por la explotación del recurso natural puesto en sus manos, entre
otras muchas más cosas, con una cantidad de dinero en efectivo dependiendo del
número de hectáreas que formalice la extensión del acotado, en razón a una cuantía debidamente señalizada en el
protocolo de concesión. En el fiel de la balanza la aportación de capital
dinerario que hace la caza social en Asturias a la Administración es muy
superior a la ayuda recibida. Estoy seguro que de este saldo acreedor, un
porcentaje ira destinado al gremio de las instituciones conservacionistas.
Por tanto,
en materia de subvenciones públicas, entre los sectores ecológicos y la caza
social en Asturias, no hay comparación posible que permita decantarse a favor
de la cinegética como elemento beneficiado. De ninguna de las maneras; existe
una gran diferencia en las percepciones cuantiosas favorables al sector
conservacionista. Por favor, más rigor en las exposiciones cuando de caza se
trata.