TINO Y PEPIN COMPONENTES DE LA PEÑA TOLINAS DE GRADO, CON UN ESTUPENDO EJEMPLAR COBRADO POR PEPIN, EN EL COTO DE GRADO.
No entraré
en los detalles del exhaustivo informe -lo daré por bueno- que esa Dirección Regional de Recursos Naturales
del Gobierno del Principado, ha tenido a bien enviar a distintos medios, motivo,
sin duda, de aportar a la sociedad asturiana conocimiento superior a lo que sucede en torno a una especie silvestre
tan sumamente prolija y montaraz como es el jabalí. Una declaración pragmática,
por tanto, incontrovertible, puesto que se trata de datos estadísticos.
Sucede que
la intencionalidad de dar a conocer estas cifras en momentos oportunos en que
arrecian las críticas a la Consejería -empezando a convertirse en lugar común
-por lo que se entiende una mala gestión
en la problemática que envuelve la presencia continua de jabalíes en zonas
urbana, ha quedado en un mero ejercicio publicista
evocador de un fin determinado buscando beneficio para la institución pública
de la que este Director es responsable.
Ha emplazado el eje informativo hacia concreciones definitivas de su
departamento como movimiento táctico que formalice una descarga de
responsabilidades sobre el elevado nivel poblacional de jabalíes que existe en
la actualidad en la zona central asturiana y sus consecuencias, como fórmula
evasiva de culpabilidad, atribuyendo a
los cazadores de esta región cualquier
atisbo de carga que sirva de imputación al gremio en el exceso de jabalíes.
Se debe más
que cuestionar, condenar el procedimiento empleado por este gerifalte. Se han
sacado a “pasear” datos estadísticos con la estrategia de constituirse en dispositivo defensor de sus propias carencias gestoras del rico
patrimonio cinegético asturiano, para ello nada mejor que desviar el dedo delator
hacia la supuesta negligencia de los cazadores en su escaso empeño mostrado en cubrir
el cupo máximo autorizado de aprovechamiento de esta especie en los cotos
regionales de caza que administran.
Evidentemente,
carece de objetividad este pronunciamiento; hay razones poderosas que desdicen la tesis inculpatoria que sibilinamente se ha
querido desarrollar desde el epicentro de la Consejería. Según se desprende del
tópico empleado, abatir jabalíes, cumpliendo con la legalidad vigente, es algo
que se puede hacer con facilidad, cuestión que no es verdad. Cobrar por los
cazadores el máximo autorizado (6) de esta especie en una cacería, no es tarea
fácil. A veces, las menos, se produce este hecho. Lo más normal es que no se cumpla esta
premisa; inciden, paras ello, diversas circunstancias que transcurren durante
el desarrollo de las monterías contrarias a los deseos del cazador que le
impiden cumplir con las expectativas creadas. Son muchas las cacerías en las cuales
los resultados no acompañan. Cualquier buen aficionado sabe perfectamente lo
que quiero decir, es bien conocido por todos.
Por tanto
creo que por la precitada Dirección General de Recursos Naturales del
Principado se ha perdido desde el desvelo informativo mostrado, una gran
ocasión de patrocinar y aunar voluntades para mejor entendimiento entre las
partes beligerantes que permitan un mayor y mejor entendimiento con el sector
de la venatoria asturiana, tan irracionalmente vituperado por lo que persiguen
demolerla. Este Director, ha optado por pretender “salvar los muebles” de una
decadente Consejería. Ha conseguido con su inoportuna puntualización (hemos
pedido a los cazadores que se vayan a la cifra tope) exacerbar los ánimos, ya
suficientemente caldeados, de los aficionados de esta región, que han visto,
una vez más, como se les ha puesto en el “ojo del huracán” de las críticas.
Se ha
equivocado el director de “marras”. No en cuanto a lo aportado, que considero
interesante para general conocimiento de la sociedad en su conjunto. El
problema del exceso de jabalíes, no está en la mayoría de los cotos regionales,
por otro lado bien administrados; allí, la caza de suido se hace en orden a su
densidad, aumentando o disminuyendo cada temporada el aprovechamiento como
medida preventiva, autorizando cupos de abate en base a mantener una
sostenibilidad adecuada que permita seguir cazando, sin deterioro en las
relaciones con la vecindad.
Habrá línea ascendente en la demografía del
jabalí de persistir la actual situación en las llamadas Zonas de Seguridad;
terrenos que circundan la periferia de los núcleos urbanos centrales de la
provincia, industriales y con otras
características especiales, en donde ninguna modalidad de caza está permitida. Es
ahí, en esos terrenos centrales de Asturias, que
antes fueron de pastizal y laboreo, hoy abandonados a su suerte, convertidos en
enraizados y extensos matorrales causa principal de la complicación; hábitats donde
el jabalí forma sus cubiles y cría sus piaras en la seguridad de que sus fuentes de abundante alimentación
se encuentran cercanas y no será molestado.
No se ha
dicho nada de esto, únicamente interpretar la referencia que hace la administración que parece absolverse de su
presunta culpabilidad en la
superpoblación jabalinera que ha colonizado el centro de Asturias, cursando sentencia
acusadora hacia la caza y los cazadores por lo que dicen ser, su inhibición en el debido cumplimiento de los cupos de abate.