EL MONTE NARANCO, UN
AUTENTICO "BROZAL"
Los jabalíes con asentamientos en la falda
meridional de la sierra denominada “Monte Naranco, en que se encuentra la
ciudad de Oviedo, están siendo en la actualidad motivo de noticia permanente en
distintos medios, dada la proximidad de estos animales a zonas de habitabilidad humana y la frecuencia con que
son avistados cuando abandonan sus habitats en busca de alimento que les hace
incluso adentrarse en los ciudad, para general sorpresa y curiosidad del
vecindario.
Las especiales
circunstancias que concurren en los terrenos que circundan la mencionada ciudad,
clasificados por la administración asturiana como “Zona de Seguridad”; área que
pertenece principalmente al sector primario, de especial significado, en cuanto
a las características y peculiaridades de su formación compuesta también de
complejos residenciales, viviendas unifamiliares, casas de labranza y polígonos
industriales, son motivos suficientes para inhabilitar la práctica de la
actividad cinegética en toda la extensión del perímetro que la limita; previniendo
con esta medida precautoria evitar cualquier contingencia en forma de daños que
pudieran surgir, afectando a personas, animales o cosas, consecuencia del uso
de armas de fuego y la irrupción en vías
de circulación de vehículos, por perros persiguiendo
a la pieza de caza.
Las áreas
rurales próximas a Oviedo, han cambiado
notoriamente su aspecto. No existen las verdes praderas de antaño, espacio de
pastoreo de ganado doméstico, tierras de labor, en aquel tiempo bien trabajadas y cultivadas
por el labrador residente, convertidas hoy, en gran medida, cada año más, en
fuertes focos de profunda y enraizada maleza, abandonadas a su suerte por los
titulares. Sin duda un factor decisivo más que añadir de especial incidencia en
la alta densidad y consolidación de las piaras jabalineras.
El Naranco, la denominada “Cuesta” por los nativos
y residentes en Oviedo no ha sido la excepción. Hoy esta emblemática sierra
para nosotros los “carbayones” , en otro
tiempo sus laderas limpias de zarzas, convertidas en días festivos, durante el
estío, en zonas lúdicas de solaz recreo al aire libre para gran parte de las
familias del municipio ovetense, contempla un panorama desolador; amplios
matorrales en sustitución de pastizales; pérdida constante de tierras de labor,
con el añadido de plantaciones de eucaliptos cubren todo su espacio integrador,
amen de otras muchas mas cosas.
Recorro a
pie con frecuencia los caminos vecinales del municipio y noto el actual estado de las cosas, no hace falta
ser un buen observador, la vista no engaña. En cuanto al Naranco, es como mi segunda casa. He subido andando al
Picu Paisano desde que era muy joven en multitud de ocasiones -devoción que
todavía mantengo- , no difiere en nada de lo que veo a lo que ocurre en otros
lugares. Por lo tanto, creo que mi visión es sumamente objetiva. Es el mismo
problema, salvo excepciones. Estas formaciones en desuso y en un calamitoso
estado de conservación, que tienen el significado de la dejadez, ha sido el
caldo de cultivo que ha facilitado instalarse y elevar el nivel poblacional a
una especie salvaje tan prolija, como es el jabalí. Aquí, en estas zonas prohibidas
para el cazador y sus perros, el jabalí ha colonizado asentamientos que le otorgan
cobijo, tranquilidad, alimento y reproducción
vertiginosa.
Abocar el
alejamiento de estos parajes a tan significada especie, requiere para ello
medidas de limpieza y desbroce. Seguramente es el paso más óptimo que se tenga
que dar por parte de las autoridades, regionales y locales, así como obligar a
los propietarios a un cuidado intensivo de sus fincas. Las soluciones apuntadas desde diversos colectivos, carecen
de validez; son hechas por cargos públicos de escaso conocimiento en el tema y,
aquellos otros voceros de organizaciones ecologistas sin experiencia, aportando
alternativas pintorescas en el trato de estos animales. Desconocen la realidad
de la especial idiosincrasia de la naturaleza del suido en cuestión.
Mientras persista el actual estado de abandono
en la superficie del Naranco y los
aledaños que envuelven a Oviedo, tendremos presencia continuada e increscendo y
no ocasional de este suido. Las medidas regeneracionistas pasan por poner en
orden y servicios caminos, ahora intransitables, así como fincas rusticas y
espacios comunales cubiertos de espesa broza y terminar de una vez por todas
con la posibilidad de que el Naranco sea una eterna mancha de eucaliptos.