Es un
discurso explícito de consignas en donde la objetividad no ha tenido la mejor
de sus suertes. No ha habido disección sobre las causas origen de un
sentenciado proceso que dicen los expertos tiene todos los visos de estar
condenado al fracaso. Interesaba el fondo, más que las formas. Me refiero al
estado actual de las cosas en torno al presente y las perspectivas futuras de recuperación, si es que se llega a tiempo, del
urogallo cantábrico.
Es motivo
de censura en estos días, a tenor de cómo se han sucedido las quejas, se
refiere al dispendio que dicen objetores miembros de un grupo político que se
hace con el uso de los fondos públicos y privados que genera el mantenimiento por
el Gobierno del Principado, partícipe significado de un proyecto de cría en
cautividad de esta especie con la finalidad última de reintroducirla en estado
adulto en el hábitat natural del que procede su linaje, como medida de apoyo a
los individuos que aún quedan. Con estas premisas se ejercen las preguntas a
distintas Administraciones por una oposición que afirma carecer de datos
concretos sobre el real nivel poblacional de esta ave, el uso y distribución del gasto que ello
conlleva.
Sacar al urogallo
adelante de la precaria situación en que se encuentra (es lo urgente del caso),
hay que reconocer en esencia que es tarea de verdaderos orfebres; de
prestaciones en forma de numerosas y diversas ayudas, nunca suficientes; una
labor paciente de fina precisión, objeto de muchas pruebas, sufriendo el riesgo
de finalizar en fracasos circunstanciales, que es de esperar no pasen a
definitivos, con el recelo siempre presente de no hallar la tecla deseada que
sintonice con el éxito, puesto que el mal
producido ha sido de tal magnitud que parece imposible de revertir.
Si el
proyecto “LIFE+” financiado por la Unión
Europea al 50% , una vez agotado el flujo de su
derrama económica destinada a la recuperación del “gallo” en cuestión y aquellos
otros sobrevenidos derivados a la causa, por diversas razones no se ha podido
cumplir con las expectativas creadas,
habrá que preguntarse ¿Qué hacer a continuación? Al respecto no hay respuestas concretas. Algunos
apuntes señalan la conveniencia de crear más centros de cría en España.
La
complejidad del asunto hace que se retraigan de pronunciarse significados
interlocutores, considerados expertos, en como
extender más allá de lo previsto terapias de resistencia y avance en el
proyecto. Desde la simple visión de un ciudadano de a pie, que hace seguimiento
continuo de todo lo que acontece sobre la especial idiosincrasia de este “gallo
Montés, se debe considerar que hay que seguir insistiendo. Una cuestión de esta
naturaleza requerirá de un esfuerzo inversor superior del que se ha provisto.
El dinero global empleado, que cifran en el orden de 16 millones de Euros,
según afirman quienes dicen saber de esto, si así fuese, son recursos limitados
que no alcanzan, dada la extrema gravedad del asunto. Es una ingente tarea a realizar, caso de
producirse, la que espera. Son muchas las labores en el medio de la
foresta las que ineludiblemente se necesitan hacer, a fin de dotar de seguridad
y alimento a la especie, razones poderosas muy a tener en cuenta antes de
proceder a reintroducirlo en un medio que, por sus características le es hostil
desde el primer momento.
De
persistir en el esfuerzo de continuar luchando por la pervivencia de la
especie, habrá que revisar al alza la financiación,
activar la captación de fondos en cuantía muy superior al actual; revisar el método de trabajo, si es susceptible de mejoras, y garantizar que
el estado de las condiciones de acogida en el espacio
medio ambiental a estos nuevos inquilinos
antes de concederles la libertad, que estará muy condicionada, sea optimo, ante las
dificultades a solventar que les esperan en su nuevo hábitat, así como un seguimiento
gradual en intensidad actualizado y abierto a la constatación de lo que acontece
durante la eclosión, cría y desarrollo
en cautividad.
Es una
verdadera necedad decir que la causa principal de la desaparición de esta
especie haya sido intencionadamente provocada. En ningún caso soy partidario de
esta teoría. No es verdad. Son “politiqueos”. Me parece un absurdo decir estas
cosas. Sí, no obstante, por acción u omisión de prestarle la debida atención, denuncio
en la medida en que puedo y se me permite, la falta de auxilio a que ha estado
sometido desde los orígenes de su anunciada decadencia este animal volátil a
través de una total indiferencia de calificados responsables de conservarlo,
tales como la Administración y la ausencia o falta de apoyo en labores de control,
fomento y protección, por parte de las organizaciones que aseguran defender la
naturaleza, a quien responsabilizo (alguna voz jerarquizada del ecologismo lo
ha tenido a bien reconocer), otorgándoles una elevada parte alícuota de culpa, puesto
que no han presionado con igual criterio e intensidad que lo han hecho sobre especies silvestres tan
carismáticas como el Lobo y el Oso Pardo por los que han sentido verdadera devoción y
recibido notables subvenciones en cuantía muy superior, nada que ver, con las destinadas para nuestro urogallo
cantábrico.
Mantengo
con firmeza que la autoría de la pérdida tan señalada de población del urogallo
en Asturias, no ha sido debida a la caza tradicional. En la consolidación de
este sumario han tenido que ver patrones de comportamiento de otra naturaleza. Desde
colectivos equidistantes con la práctica de la actividad cinegética se ha
querido trasmitir a la sociedad la
influencia negativa de esta posibilidad. Es preciso decir otra vez, no importa
ser repetitivo, que hace ya cuatro
décadas que el urogallo ha dejado de estar clasificada como especie cinegética,
lo cual quiere decir que, desde entonces, no está autorizado su
aprovechamiento. En cualquier caso, en periodos de veda abierta para su caza,
hecho que sucedió hasta finales de los años setenta del siglo pasado, los cupos
de extracción permitidos en los cotos sociales, particulares y reservas
ubicados en Asturias, se adaptaban a la sostenibilidad de lo que su densidad
permitía, incluso por debajo. Se dispone de bibliografía de lo que al respecto
sucedía en el entonces denominado Coto Nacional de Reres, Reservas Regionales
de Caza y Cotos Sociales que acreditan con suficiencia estos supuestos. Quedan
por desvelar las estadísticas, si es que se han confeccionado, de los cotos
particulares, fieles guardianes de procederes no transmitidos.
Es
indudable que ha habido factores influyentes que han posibilitado la
consolidación del gravísimo declive poblacional que desde hace bastante tiempo
ha venido mostrando esta pájaro. Están aquellos referidos a los que han
señalado en numerosas ocasiones los denominados científicos, cuestión que hay
que valorar en lo que se entiende son
sus dictámenes; pero se debe de interpretar que en su mayoría son inconclusos y en cuanto referidos a culpabilizar a la caza, inexactos. Reseño situaciones que no
me han pasado inadvertidas, cuando se es atento observador por mi doble
condición de cazador y practicante del montañismo de cosas que pasan o dejan de pasar en los
espacios naturales que recorro permitiéndome formar una opinión que considero objetiva,
al igual que cualquier persona que tenga estas mismas aficiones, y sea conspicuo
receptor de lo que observa.
La vida en
el hábitat natural es una mecánica de selección forjada contra los más débiles. Existe en la
actualidad abundante diversidad y densidad de predadores que dejan sentir los estragos
que producen entre la población de sus habituales presas. De estas consecuencias
no se ha librado el urogallo que hace
sus nidos en el suelo, de cuya puesta se sirven como alimento sus cuantiosos
enemigos. El jabalí, de explosión demográfica sin igual, antes nunca vista, en
constante expansión, colonizando espacios de forma imparable, conocida su voracidad omnívora, se ha unido a
este concierto destructor de aporte proteínico, del que han hecho causa común
sus numerosas piaras. Pero, hoy más que
nunca, prolifera un tipo de fauna
salvaje declarada protegida, antes llamadas alimañas, sin que nadie proceda a
regularlas mediante dispositivos legales, tal y como se hacía antaño.
En otro orden
de cosas, siguiendo con la misma tendencia, la estructura morfológica del urogallo,
mostrando la esbeltez de su conformación
corpórea y plumaje, ha sido un bien codiciado por personas sin relación alguna
con la caza, de capacidad económica suficiente, deseosas de situar en un lugar
de honor en su domicilio o en el despacho profesional, para su deleite
particular y exhibición de un trofeo naturalizado de tan singular formación.
Ello ha supuesto probablemente la existencia de una actividad clandestina que
hubiese posibilitado proveer a sus demandantes, previa fuerte transacción
económica, de una efigie decorativa de tal relieve. Es posible pensar que parte
importante en el expolio sufrido por este rico patrimonio natural haya podido
ser consumado impunemente desde la vinculación del viejo delito del furtivismo;
un ejercicio doloso que a veces se quiere asociar a la caza. No se debe dejar
de hacer abstracción de esta
posibilidad.
Por tanto bien
está mencionar ciertas cosas a través de las críticas constructivas y solicitar
la debida información, un derecho que
nos asiste a todos, pero no debe obviarse
por quienes las hacen, bueno será hacérselo recordar, que han dejado de exponer
otros tipos de técnicas como intento paliativo a solucionar al melodrama
existencial que vive el Urogallo Cantabrico.