.
Escribir para mí me supone una fuente de satisfacción; si es de caza, ni les cuento. No
es un tópico decir que existe un eje en el mundo venatorio
asturiano, que a veces se mueve desde las coordenadas de la
intemperancia a personas. No se trata de opiniones, pues al fin y al
cabo, estas son abiertas (opinar es libre). Se trata de aquellos que
se consideran legatarios de la mentalidad correcta..., algunos
mostrando intransigencia, desacostumbrados como están desde un
modelo narcisista a que en el panorama de la caza en esta Región,
surjan otras actitudes; haya quienes defiendan publicando artículos,
con atrevimiento y contundencia, sus convicciones.
El dispositivo ha
comenzado a colocarles despectivas etiquetas, cuando escribiendo
lo que piensan y creen saber, no encajan en su ámbito de ideas e
intereses. Es la constatación de un hecho que presenta todos los
síntomas característicos de querer alentar interferencias y dominio
en cualquier aspecto de opinión publicada sobre la caza y todo lo
relacionado con ella. Es como si los demás cazadores no
existiésemos, o de ser puros ignorantes, no contásemos .
Escribir,
en este caso de una actividad que tanto nos apasiona a muchos, me
refiero a la caza, guardando el debido culto a las normas que permite
la libertad de expresión, es un ejercicio de sana voluntad y
personal responsabilidad que, en ningún caso, por nadie, se debe
cuestionar ni reprobar, y mas, cuando se hace sin perder el sentido
de la orientación, porque, además de injusto, es absurdo. No
obstante, a la vista de lo que sucede, hay quienes, sin ser maestros
de nada, ni tan siquiera de probada virtud (aquí se guarda memoria
inconfundible de todo) no quieren entenderlo.
En
este proceso de transmitir el pensamiento que nos ocupa en materia de
caza, existen notorias diferencias en las formas empleadas, en orden
al tono y la exposición en el mensaje. El reconocimiento y la
aceptación de la caza en la sociedad actual, es lo que se debe de
buscar como fondo de la cuestión. No vendrán desde vulgares
insultos, ni por la creación y difusión subrepticia de fábulas en
base a la elaboración de estrategias destinadas a promocionar
subestimas a personas determinadas. Tampoco por parte de ninguna
operativa que busca aplausos y popularidad, actuando en un escenario
de aparatosos gestos verbales, que en la temperatura de la confianza
social hacia la caza no pega, porque nada tienen de influyente en
positivo para el sector, más por el contrario, solo traen crispación
y enfrentamientos que a nada conducen. Así llegamos a la situación actual en la que el conflicto crece. Cuesta pensar que con este
sistema el mundo de la caza puede ir a mejor. Es decir, seguimos
estando, muy a nuestro pesar, en el mismo sitio, pero en condiciones
menos sostenibles de soportar.
Habrá
que intentarlo experimentando una política educacional que se
desarrolle bajo el tratamiento de una tendencia destinada a adquirir
un superior conocimiento por parte de la sociedad en donde no falten
buenos programas de comunicación e información. La Asturias
cazadora, a diferencia de otras comunidades, por desdicha, carece de
estos procesos.