
Son
desigual. Son facciones; elementos
dentro de la caza que se dan debido a su
comportamiento y finalidad. La caza es una industria notabilísima que acoge también
en su seno cualquier inquilino oportunista incorporado sin trayectoria en el
sector que lo identifique.
A este “panal
de rica miel” constituido en caza, se ha unido algún que otro mensajero
identificable desde la banalidad del discurso empleado comprometido con una
sostenida controversia, disciplina adoptada como fórmula acosadora que busca
sometimiento a unos postulados que desarrollan cepas de perfil inquisitorial, origen
de destemplanzas y cavilaciones lanzadas al espacio emisor, como valor capital
que aumente audiencia y produzca renta.
En la caza siempre ha habido tradicionalidad
en establecimientos mercantiles destinados a estos efectos, de donde nos hemos
surtido de lo necesario e imprescindible los aficionados al arte de la
venatoria. Locales comerciales a tal fin, cuyos propietarios gestionaban en
labores de consejeros garantes de la validez de sus productos al son de amplias
y reconocidas tertulias. Todo un mundo donde adquirir cultura, compartir vicisitudes y anecdotarios.
Pero han cambiado
los tiempos. Surgen venidos de la inoperancia, de la falta de apego al trabajo,
individuos que han dejado huella
catastrófica indeleble en procedimientos estructurales del
asociacionismo cinegético asturiano, incapaces a resignarse, una vez pasado su
tiempo, a no ser protagonistas, buscando
seguir en el candelero, en evitación de caer en un supuestol ostracismo social
Acompañan otros de marcaje desconocido, si acaso, nebuloso en versión cinegética, no así en otras
actividades conocidas en las que han dejado rastro moroso imborrable, que han encontrado en el espacio temático que habla de
la caza y en el mercadeo, muy posible en estado oculto, una senda vehicular en
que intentar poder ganarse la vida. Servirse de la caza, en definitiva. Se irán
de este ejercicio cuando dejen de obtener lucro. Al respeto ya hay anuncios. Desde
posiciones de antipatía y aversión hacia algo o alguien, difunden alegatos de
lenguaje beligerante, efecto de una pretendida superioridad moral sobre
personas que ejercen en distintas
sintonías.
En la caza
se dan comportamiento de patrones desiguales. Servir a la caza o servirse de
ella, esa es la cuestión. Es bien sabido el influjo determinante que desde
siempre ejerce la actividad cinegética en sectores importantes de la economía.
El sector armero y otros derivados deportivos han estado ahí desde siempre, ejerciendo
su función al servicio del cazador y sus circunstancias.
Ocurre aquí, ahora, cosa muy diferente, que no todo lo que ha entrado y está en la caza contribuye
a la estabilización del sistema. En muchos aspectos las formalidades han
sucumbido. Privan cuestiones derivadas de intereses asociados de las que algunos
buscan beneficiarse. Cualquiera se siente autorizado desde las nuevas redes
sociales y de comunicación a emitir improperios, menospreciar a quien le
parezca, incluso con alevosía en aras de refugiarse contraviniendo el salva-conducto
que le confieren los principios de un derecho fundamental para el ser humano
(sin lastimar o faltar al respeto de los demás ): el derecho de opinión y
expresión.
Sin ninguna
duda, entiendo que hay maneras de formular con sentido crítico constructivo sentires
opuestos sobre la gestión y el ordenamiento cinegético, causas y autorías, sin
dar derecho a ofender alevosamente con adjetivaciones e incluso sosteniendo
amenazas verbales emitidas sobre particulares que no se han sometido en la
defensa efectuada del decomiso institucional aberrante de un coto regional de
Caza (resuelto felizmente en todos sus términos, sin apelación posible, por la
justicia a favor de la sociedad damnificada) o aquellas otras que engarzan con
imposturas henchidas de insolencia y presunción dirigidas a personas que
cumplen labores de funcionario, políticas y sociales, hiriendo los sentimientos
de aquellos que tienen distinto método de
actuación de a quienes censuran con perversa intención. Pero actuar con mala fe es algo muy distinto
a actuar con mala información. Una cosa es predicar y otra dar trigo.