
SITUACION ABOCADA, SI NO ES CORREGIDA, A SER SUSCEPTIBLE DE EMPEORAR.
Los
argumentos que esgrimen para justificarse, quienes han prohibido la caza en los Parques
Nacionales, no son válidos, carecen de criterios objetivos; divulgan
mentiras, para justificarse. Desvirtúan la realidad. Constituyen el culmen de un despropósito. Esta
persona que ocupa en la actualidad el cargo de Ministra está
consolidando su aparente desprecio a
una actividad que tantos beneficios genera en lo tocante a la fauna
silvestre en zonas concretas de la geografía española.
Lo
tenía en mente bien claro. Sus razones no son esclarecedoras de nada. Ya, en
sus comienzos en el ejecutivo, había dado claras muestras de que sus
intención primitiva era suprimir la caza deportiva (lo había dicho
sin paliativos); la más representativa en cuanto toca a lo social
(la comercial no es incumbencia del cazador modesto). Ha dado el
primer paso. De forma continuada, formalizará el
proceso, si no hay forma de revertirlo. De esta actitud se puede desprender muchas cosas. No es
verdad que cazar de forma reglamentada es una actividad que perjudica
cualquier atisbo, no solo de crecimiento, sino que también en cuanto
al control y protección de especies silvestres y ordenación del
territorio. Estas funciones que tan bien y de forma generosa cumple
la actividad cinegética, debe de saberlo la servidora pública (si
no lo sabe, malo), otra cosa es negar o aducir razones que no vienen
al caso, por lo que se considera improcedentes. Solamente es cuestión de sostener y desarrollar un rancio
sentido ideológico que es probable la supera.
Los
cazadores nos encontramos ante el hecho sin paliativos, de estar
sufriendo un acoso irracional sin precedentes que desembocará, si no
se cambia el rumbo de las cosas, en un cierre total de nuestra
actividad. Es el botín que persiguen obtener. Existen leyes de
reciente promulgación, y otras en camino, de cuyo contenido hace
pensar que al proceso lo quieren hacer irreversible. Lo harán sin
prisa, pero sin pausa. Lo están haciendo ya.
Las
cosas así, cabe preguntarse ¿como ha sido posible que haya sucedido?. Eran
conocidos los antecedentes. Quizás, por el cazador de base, no tanto
(por falta de información), pero sí por responsables
de organizaciones e instituciones del sector cinegético, ya les
constaba que esta decisión iba en serio, ante todo, y por encima de
todo. Aquí hay culpables de que los cazadores estemos viviendo esta
situación; unos por no haber hecho nada para intentar retener o
invertir a favor de la caza el proceso; otros que han mirado para
otra parte, se han desentendido, y también quien ha “dorado la
píldora” y fotografiado en plan ameno y distendido, al que parecía
solo le faltó hacer “carantoñas” con al vigente
Secretario de Estado del Medioambiente, individuo al que se le supone tenedor de una aparente voluntad de no decantarse a favor de la caza. Con estos bueyes, tenemos que arar. Hasta aquí hemos
llegado, y veremos en que para todo. Malos augurios se presentan.