Uno que ha sufrido en ocasiones, seguramente más de las debidas, los avatares e inconvenientes de un reflejo rigurosísimo de las normas de caza en nuestra Comunidad, en lo que a la caza en nuestras Reservas se refiere, por mor de una interpretación inadecuada al menos en lo que a mí concierne (debo pensar que para todo el mundo sea igual y, también, porque no, si existe cierta permisibilidad, según quien). Las trabas que suelen poner para la realización de un lance, radica en una serie de condicionantes que restringe y evita el cálculo de posibilidades de ser eficaz en la acción de cazar. Hablo desde mi propia experiencia, sobre situaciones reales que me han ocurrido y sobre versiones que me relataron, a las que les doy la suficiente credibilidad, por venir de quienes las hacen.
Poder cazar en la modalidad de rececho en La Reserva Regional de Caza de Riaño (Castilla-León), en cualesquiera de sus especies bien sea de rebeco, corzo o de Venado, comparativamente hablando, es el lado opuesto, percibo esa sensación ante la realidad de los hechos; siempre que tuve la oportunidad de acudir a una cita venatoria en aquella comarca leonesa a realizar un permiso de rececho, no en cuanto a permisibilidad, por supuesto que no, pero si he detectado al deseo unánime de unos profesionales (guarda acompañante) de procurar en todo momento de dar cumplida respuesta, por los cauces legales, a las pretensiones del cazador. Tengamos en cuenta que el dinero que genera la caza, como sector estratégico de la economía de la zona, en las Reservas Leonesas de Riaño y Mampodre, va destinado íntegramente a sus respectivos municipios. Las nóminas y la estructura de custodia (vehículo todo terreno de muy buenas prestaciones, etc.) de 17 profesionales, son por cuenta de la administración del ejecutivo de Castilla-León. En ambas áreas, las especies cinegéticas, alcanzan gran densidad con presencia de buenos ejemplares. Por tanto un permiso fallido, supone automáticamente un objetivo no cumplido, lo que es lo mismo, una merma de ingresos para las arcas municipales, con repercusión directa en los presupuestos, que perderían el cobro de la cuota complementaria, casi siempre superior a la de entrada.
Se denota un grado de profesionalidad en los puestos de dirección de estos terrenos de caza de régimen y aprovechamiento especial, en donde las ideologías conservacionistas, no alcanzan el relieve de otras latitudes, por habitar menos en la administración. La variedad, por cuanto lo expuesto, radica en la disposición de una mayor y mejor actitud, superior en cualificación, entendimiento y comprensión a los que demuestran muchos de nuestros celadores cuyo comportamiento, es de esperar siguiendo instrucciones de sus superiores, contrarios a la caza, o, quizás de su propia cosecha, nos hace pensar que tenemos el enemigo en casa (con las debidas excepciones, que haberlas hay, de las que debemos destacar por deferencia y principalmente guardas veteranos, con muchos años de oficio). El perfil que se tiene es de una persona joven (me congratulo que tenga un puesto de trabajo) con escasísima experiencia en su cargo y que a veces adoptan actitudes que no les corresponden. Algunos, para mi sorpresa, se declaran abiertamente contrarios a la caza, caso curioso, porque es de lo que viven, a otros, menos proclives a declararse, se les intuye esa tendencia y con estos bagajes nos encontramos quienes hemos acudido en poquísimas oportunidades a disfrutar de un permiso de rececho, especialmente el venado, en cualesquiera de nuestras Reservas Regionales de Caza asturianas.
Las objeciones que arguyen ciertos agentes para hacer un disparo a una pieza, a veces son surrealistas, carecen de validez. Si la res se encuentra situada sobre una distancia aproximada de 250 metros no se le dispara (esto me ha ocurrido, quedándome con las ganas y maldiciendo por lo “bajini”); el tiro pudiera no ser efectivo y el animal quedaría tocado, pudiendo perder su rastro e imposibilitado su cobro, toda una suposicion de un futurologo. Si el trofeo observado tiene perperpectivas de mejora en cuanto a su crecimiento en campañas venideras, no habrá lance posible (esto me ha ocurrido y mostrado mi disconformidad, sin haber sido atendido en mi reivindicación a pesar de asistirme todo el derecho), en evitación de que el animal pueda ofrecer una imagen superior de sus cuernas y de esta forma obtener más rentabilidad económica para la consejería del ramo.
Es evidente que el trato al cazador, no es el mismo, aquí que allí. Las connotaciones son distintas. En aquella zona, la caza, toda una industria representa un importante complemento para la economía de los vecinos; tiene un trato preferente. Por lo que a nosotros se refiere, personas, con amplia trayectoria en trabajos relacionados con el ecologismo (la defensa del lobo y el oso son sus señas de identidad principales en este campo) fuertemente ideologizados, por tal motivo, nada que ver con la caza y su actividad, siempre proclives a desnaturalizar y reducir el ejercicio venatorio y espacios, sin importarles las consecuencias nocivas que podrian acarrear para la caza, han ocupado puestos de responsabilidad en el ordenamiento cinegético asturiano durante un largo tiempo, todo un contrasentido que ha dado respuestas negativas para los intereses de la caza y la imagen de los cazadores. Es de esperar no volver a verlos de nuevo en estos manejes. La caza en Asturias es deficitaria en gestión publica profesionalizada. La caza tiene que estar en manos de cazadores, amantes de este deporte, suficientemente cualificados en cultura de gestion y ordenamiento cinegetico y nunca en poder de personajes doctrinarios que no creen en la caza y les disgusta sus practica, que lo unico que hacen es entorpecer y perjudicar.
La caza forma parte, en gran medida, del engranaje que cuida y protege al medio ambiente, tiene la categoria de actor principal en el reparto. Debe concedérsele lo que le corresponda con generosidad en justa correspondencia con lo que genera su actividad, que es mucho.