Nuestro País en materia venatoria es singular. En las últimas décadas se ha producido un cambio profundo, sustancial, en lo referido al ordenamiento y gestión cinegética que ha permitido dar un salto de eficacia y calidad creativa ejemplar, que otorga a España un marchamo de distinción, acreditándola como uno de los mejores destinos cinegéticos de la actualidad en el mundo; punto de referencia para cazadores de todas las latitudes, que encuentran en la extraordinaria densidad y diversidad de especies de caza que colonizan una parte importante de nuestro suelo, la posibilidad de efectuar intensos lances, cobrar buenos y bonitos trofeos y practicar la caza menor con prodigalidad en sus distintas modalidades, fruto de las numerosas y variadas ofertas que el mercado ha puesto a su disposición.
No obstante todo ello, la caza tiene problemas de identidad común en su estado participativo. La crisis económica le afecta como factor dominante: se ha instalado y amenaza con quedarse por tiempo indefinido, sino se remedia antes, en los dos únicos sistemas (comercial y social) que rigen las normativas (diecisiete leyes, una por comunidad) y vertebran en los últimos tiempos la caza en España.
La La caza en territorio español se manifiesta con una versatilidad en su ideario y constitución que convendrá centrarla en distintos análisis que entiendo es procedente hacerlo por separado y que corresponde a las características y peculiaridades de la profusas legislaciones y reglamentos que articulan su conducta, de la estructura de sus organizaciones, el cuerpo social que las componen, variedad orografíca, la propiedad de la tierra (latifundio y minifundio), falta de relevo generacional, la desnaturalización que sufren algunas especies autóctonas, gestión y formas de aprovechamiento. Es evidente que la caza ha perdido identidad no solamente en lo que se refiere a sus valores más inmateriales característicos de su propia naturaleza, por otra parte esenciales en la sostenibilidad de su sistema para comprensión y entendimiento del mismo, a la vez que en sus aspectos materiales. Y, es que la caza, en España, se practica desde la disparidad, pues no es lo mismo el entendimiento que se tiene sobre la acción de cazar en el norte peninsular, a orillas del mar Cantábrico, que en algunas partes de la meseta o al sur de Despeñaperros.
Como dato ilustrativo a tener en cuenta por lo que supone el beneficio de unos y el perjuicio de otros, es evidente que la caza comercial tiene mayor profusión de imágenes y de palabra (escrita o hablada) en los medios de difusión en detrimento de la caza social a la que obvian con necedad. Acusan una mayor presencia informativa los especialistas temáticos, se acentúa una mayor disposición en las denuncias de lo que acontece hacia la defensa y consideración de un sistema de caza elitista. Una industria, en su día floreciente, hoy, en claro declive, con las excepciones del caso. Un tejido empresarial, cuyos mentores alzan la voz de sus reivindicaciones ante la evidencia de una falta de respuesta a sus ofertas. Culpan a la crisis de sus males de un mercado venido a menos y solicitan a los estamentos ayudas para estos, no hace mucho, rentables negocios.
En claro paralelismo con esta sintonía camina con serias dificultades la otra vertiente, es decir la caza social, no le vienen a la zaga sus dificultades. La caza tras la cornisa cantábrica es de otro significado, complejo en su realización. No está sujeto a recogida de beneficios aunque se persiga saldar las cuentas con eficacia. Una necesidad esta, cada día más difícil de sobrellevar que origina serias dudas sobre su continuidad. A diferencia de la caza comercial, los ingresos vienen por cuotas de sus afiliados y la venta de algún excedente de cupo, en forma de cacerías de jabalíes, recechos de corzo, rebeco y venado que ayuden a cuadrar sus presupuestos. Los desorbitados gastos que las gestoras de cotos sociales tienen que afrontar producidos por los daños que originan en el medio rural las especies cinegéticas; así como la responsabilidad patrimonial de obligado cumplimiento a los damnificados por los accidentes de tráfico que causa este tipo de fauna, son serios condicionantes que impiden adecuar y atenuar la viabilidad de un sistema. Continuara….