En el norte peninsular la modalidad de caza mayor en batida es la más extendida y arraigada. Es un ejercicio que se realiza de forma asociada en clara sintonía de todos los cuerpos de su composición-monteros, perros y tiradores- cuyo principal objetivo, a diferencia de recechos o aguardos, selectivos estos y buscadores de trofeos, huye de esta mecánica, concediendo prioridad al abate de la pieza que sale al paso y que en ciertos momentos pudiera tener aspectos de simbolismo. Siempre se ha dicho que la levedad de su ser es la que más emociones transmite al cazador, especialmente cuando de la caza del jabalí se trata; pieza cumbre y de máxima ambición para todo aficionado que se precie de serlo.
La batida, contrariamente a las monterías que se celebran en el centro y sur peninsular, tiene un menor grado de participación; su carácter se adorna con tintes de sutileza que se establece a priori sobre un ejemplar reconocimiento del terreno en donde la verdadera fuerza motriz de esta práctica, batidores y perros de rastro, en clara sincronización, elevan el tono de sus conocimientos y prestaciones al servicio de todo el colectivo. Es una fiesta montera con tintes de excelencia que le otorga la denominación de origen, desbordante de energía y dinamismo con aspectos de peculiares contrastes como el obligado recogimiento silencioso de los cazadores apostados en la espera. Es un ejercicio de sistema jerarquizado, de libre adopción, necesario en el ordenamiento y distribución de funciones sobre un proyecto que se inicia con la incertidumbre que exige la búsqueda de indicios en zonas de tránsito o estancia de la especie de referencia, objeto de ser acosada, una vez que sus huellas y emanaciones han sido debidamente detectadas.
La caza en batida es una prueba de fina sensibilidad, de intuición y serenidad, unas cualidades que forma parte de un compendio en el resultado final del objetivo común. El pragmatismo que ofrece la posibilidad de efectuar un lance en espera sobre cualquier especie montuna, clasificada como cinegética, nos llena de incertidumbre y expectación cuando algo que se mueve y avanza con rigor en la espesura del monte, anuncia su inmediata comparecencia. Son momentos de tensión que se viven con una supletoria carga de responsabilidad; pudiera darse el caso de recoger un trabajo baldío, caso de errar el disparo y dar al traste con las expectativas creadas; es una posibilidad que encarece el lance en cuanto a sus motivaciones y crea desasosiego en el conjunto de los intervinientes.
La batida, dentro del organigrama estructural de las cuadrillas, ofrece matices de claros aspectos sociales, sin escalas discriminatorias por razones de sexo, raza, ideologías, de posición económica superior o distinción intelectual; convivencia generosa en la que priman las relaciones de amistad y camaradería entre sus miembros, obliga a compartir funciones, primando fundamentalmente el esfuerzo de todo el conjunto.