
MIEMBROS DE LA CUADRILLA "MANUEL LORENZO-ALTO LA MIRANDA-LLANERA", CON EL RESULTADO DE UNA CACERÍA DE JABALÍES CELEBRADA EN EL COTO DE CAZA DE LLANERA-ASTURIAS. TEMPORADA 2013/14
Se ha dicho que la conciencia del cazador se divide en dos
grupos. Aquellos que necesitan que se la tranquilicen y los que no necesitan
nada. No será cazador vocacional aquel
que se plantea algún titubeo sobre esto, el que se encuentra y toca la
conciencia y nada en la indefinición. Una excepción dentro de la generalidad.
No caben vacilaciones
sobre la actividad que se ejerce; cualquier pensamiento que albergue percepción
de incertidumbre por mor de una sentencia firme que se confirma en cinegética
referente a la indispensabilidad para que culmine el lance con el cobro de la pieza; si al cazador le duele el tiro certero que dé
lugar a la muerte de la pieza objeto de
abate, requiere de inmediato el cese de la
práctica de esta actividad puesto que no concurren circunstancias que
identifican al cazador. Es evidente que el buen ejercicio de la caza no es el
adecuado para aquella persona sembrada de dudas.
Al respecto no se conciben indecisiones de sensibilidad
emocional en lo que atañe a la resolución del lance. Es el momento esperado o
atendemos las exigencias de unos sentimientos que restringen la acción
venatoria decidida, puesto que
consideran a los animales libres, clasificados cinegéticos, alegres seres para
el gozo inteligente de su contemplación. El cazador quien carece de removida la
conciencia, en su prioridad absoluta
tiene establecido evitar el dolor a la pieza, finalizar el lance con la mayor
de las solvencias, aplicando como principio ético la máxima absoluta de mitigar
el dolor.
El juego de la caza se oculta tras sentimientos o pasiones que nunca deben de ser
inequívocos. Se ha dejado escrito que el buen cazador ha de ir a la caza como
el picador al toro, sin contemplaciones, cuestión en la que sin ambages, me
reafirmo.
En evidente que no me duele la resolución del fin deseado y
perseguido; nunca me he parado en tranquilizar mi ánimo: hacerlo, sería el
principio de de una casuística que nunca he traicionado y en la que he creído
ciegamente.
No obstante cualquier otra alternativa debe de ser entendida, pero no comprendida.