Es el líder del grupo. La persona con mando para dirigir a sus compañeros. Una responsabilidad contraída, aceptada de forma voluntaria, a propuesta de los miembros de su cuadrilla.
La caza al norte de la cornisa cantábrica y más concretamente en lo que afecta o pudiera derivarse de su dinámica acción, tiene aspectos que la señalan y distingue de otras autonomía del Estado. La propia composición minifundista de la orografía de las comunidades que establecen sus límites con el bravío mar Cantábrico, obliga necesariamente y posibilita la realización de su ejercicio desde un sentido más participativo, variado y diverso. La densidad poblacional de especies cinegéticas objeto de sucesivos lances se encuentra sujeta a una permanente continuidad con una cuantía determinada de capturas al establecerse a priori un número significativo de abate como cupo, por jornada y lote. Diferencia sustancial de aquellas otras opciones alejadas de nuestro entorno, en el que la capacidad de aprovechamiento por temporada se sustenta en una única acción, debido fundamentalmente a la extensión de sus grandes manchas latifundistas.
El dinamismo que emana la caza mayor norteña a través de su concurso, ofrece cuantitativamente para el aficionado de condición modesta un sinfín de oportunidades, mucho más cercanas a su peculiar tipología, que le facilita la posibilidad de ejercitar una práctica intensa de la actividad cinegética en el periodo de veda abierta. Una cuantiosa movilidad que necesita de acciones coordinadas; toda una metodología en la supervisión de los trabajos. Es aquí, en el período preliminar en donde se establecen las directrices, la estrategia definida por el máximo responsable del grupo. Decretar posiciones, distribuir funciones sobre la labor de un equipo integrado normalmente por 25 individuos, con sus correspondientes perros, no es ni debe ser, una labor alejada de la posesión del tacto para hablar y obrar con acierto y de la cualidad de la sutileza en la comprensión que le permita ver con claridad el sentido de las cosas
En él desarrollo de estas ocupaciones cobra especial relevancia la personalidad del jefe de cuadrilla como emblema; siempre situado en el centro de la operativa. Es el estratega encargado de orientar y supervisar los trabajos del grupo. Normalmente esta responsabilidad recae sobre el compañero que reúne las condiciones específicas que se requieren para ostentar este cargo. Como características de su personalidad en estos menesteres, destaca su larga experiencia en la actividad venatoria que le hará ser buen conocedor de los hábitos y costumbres de las especies de caza así como también de las peculiaridades que la naturaleza ofrece a este tipo de fauna para sus asentamientos. Normalmente, si fuese necesario, coloca los puestos, informa de las condiciones del mismo al apostado cazador, ordena la función de los monteros, decide la suelta de los perros, una vez detectada por los mismos la presencia de la pieza objeto de abate. En periodos de decaimiento, eleva la moral de grupo, les hace ser persistentes y constantes en el empeño, hace que el sentido de la responsabilidad se agudice y que el cazador procure no estar distraído, entre otras muchas de gran valor material y emocional, largas de enumerar. En definitiva un compendio de actividades que no finalizan al término de la cacería, sino que se complementan con anterioridad en trabajos burocráticos tales, como cubrir solicitudes, presentarlas en donde proceda y acudir a los distintos sorteos de caza. Una labor impagable, de mucho compromiso y dedicación a sus compañeros, extensa de contenido, no siempre reconocida suficientemente, en razón a las muchas prestaciones que concede.