Dos versiones sobre el aprovechamiento cinegético de este suido caracterizan el relieve adquirido de su capital importancia. Una de concepto social (no se debe relativizar unicamente su caza en aspectos materiales) de equidad en su estado participativo, cuya actividad en nuestra comunidad se realiza en plena naturaleza, en donde encuentran un entorno y espacio de libertad para el fuerte ritmo vital que imprimen a sus hábitos y costumbres y otra (caza comercial) inmersa en los vaivenes de la economía de mercado, con una seña de identidad característica conocida por el bajo perfil que tiene de la concepción y desarrollo del espíritu cinegético; sometidos los animales objeto de abate a control dentro de reductos alambrados, alimentados de forma artificial y con la consiguiente pérdida de autonomía, sujeta su gestión a leyes del capital derivada de la demanda como transito obligado a una eficaz representación de su balance financiero.
La alta densidad demográfica alcanzada en los últimos años por este carismático omnívoro, ha hecho que su numerosa presencia, sea objeto en la actualidad y desde hace tiempo, de una actividad frenética en forma de lances y abates en torno a su figura. Las numerosas capturas que se producen de este cerdo salvaje, pieza cotizada para el ego del aficionado, de reconocido prestigio su cobro y fructífera capacidad reproductora, a pesar de los intensas extracciones que sufre la especie, ha hecho posible un cambio sustancial que ha transfigurado el concepto primitivista y sentir profundo de la caza.
Los cazadores y los sectores industriales, estos últimos de forma directa o indirecta, hemos sido, lo estamos siendo, participes de estos gozos y los grandes beneficiados de su caza. Salvando y dejando aparte el hecho natural de la regulación necesaria que requiere este animal, siempre a través de la caza y los cazadores, no olvidemos esta exigencia fundamental, debemos concentrarnos en nuestras apreciaciones en la importancia intrínseca del dinamismo económico que supone la actividad de su caza. De ella se desprende que, solamente su práctica, debería elevar el tono estadístico del producto interior bruto de nuestro País (en la actualidad excluido el registro de su porcentaje en este signo oficial que debería ser elocuente de la trascendencia que la caza en sus diversas modalidades y conjuntamente tiene para las cuentas generales del Estado).
La industria armamentística y sus derivados relacionados con la actividad cinegética: hostelería, restauración, taxidermia y un largo etc., que está en la memoria colectiva de todos los buenos aficionados a este arte o deporte, han visto crecido el volumen de sus ventas y ganancias por obra y gracia de una circunstancia que nadie sospechaba que se pudiera dar. No es esta opción la única beneficiaria. El decaimiento del sector agrario y ganadero, disminuidos de sus funciones, con graves problemas de rentabilidad, encuentra en la caza y en la explotación de los recursos naturales renovables (la caza es uno ellos) otra alternativa en la captación de ingresos calificada como mucho más blanda que los anteriormente existentes, compatibles con las normas que rigen para la conservación de la biodiversidad.
Que el jabalí es el gran animador de nuestras batidas y monterías, lo demuestra el elevado número de adeptos que su caza tiene en la actualidad. Reforzada esta tendencia cuantitativa con la incursión de seguidores de otras modalidades, desencantados ante la falta de oportunidades y perspectivas que la caza menor les pudiera proporciona. En la caza del jabalí, han encontrado cabida y posibilidades de realizarse en su afición. La masiva afluencia de aficionados que recibe por las altas prestaciones que su caza concede, tasadas en cifras muy elevadas de lances y abates, ha originado una revolución en el sector cinegético; transmutando el perfil lúdico de su idiosincrasia por la entrada en escena de gestores variopintos de un fuerte dinamismo empresarial ávido de inversión en negocios fiables y de buena rentabilidad.
La caza del jabalí no decae; esperemos siga por esta senda de sostenibilidad. Un retroceso importante de su número de efectivos traería serios problemas para el sector primario, la industria, el comercio, la acción social y un largo etc. Por lo tanto, deseemos larga vida al jabalí en ele orden de su presencia actual en nuestros montes.