DURANTE SUS PRIMEROS TREINTA AÑOS DE VIDA FUE CONSIDERADA
COMO LA PRIMERA SOCIEDAD CINEGETICA DE EUROPA; POSTERIORMENTE EN MANOS DE OTROS
RESPONSABLES, TRAS UNA GESTION PLAGADA DE LAMENTABLES ERRORES Y FALTA DE
ATENCIÓN, FUERON PRINCIPALMENTE LAS CAUSAS QUE PROVOCARON SU CIERRE DEFINITIVO.
Sucedió aquí, en
Asturias: el asociacionismo que derivó en una excepcional tipología de trabajo
conforme a una gestión y ordenamiento
cinegético sín igual de una gran parte de nuestro territorio, nunca antes
conocido en el campo de este sector; algo muy distinto a cualquier método de
trabajo que tuviese relación con la caza y sus derivados. Una peculiaridad
nacida desde la idea profusa de un convencimiento.
Convendrá resaltar para el lector interesado, los pormenores
de su creación y posterior desarrollo y lo que ello ha supuesto. No me extenderé, solamente dejar constancia a
grandes rasgos de lo que he conocido; de lo que ha significado, según mi
criterio (desde luego muy compartido, de eso doy constancia) para los cazadores
asturianos de antes y de ahora, que una
sociedad de cazadores de ámbito uni-provincial haya alcanzado la más altas
cotas de integración de miembros de base, del orden de 16.000 afiliados en su
periodo más álgido (mediados de los años
setenta del siglo pasado), dando cabida
y opción a participar a 320 cuadrillas
de caza mayor, es un referente que evidencio
tener un carácter eminentemente social, precursor de un estilo garante
de una igualdad de oportunidades en el reparto y aprovechamiento de las
especies cinegéticas bajo su administración.
Bien, soy de los que pienso, para ello tengo datos fidedignos
que me lo hacen creer, que los acontecimientos desbordaron las expectativas que
se habían creado. A nadie de los pioneros que participaron en la creación de la
Sociedad Astur de Caza, en su fuero interno, podía albergar la sospecha que,
una vez pasado el tiempo, esta entidad de rango provinciano pudiera haber
alcanzado una posición genuina de tantísimo prestigio dentro del ambiente cinegético
español y europeo.
Fue toda una labor de conjunto, muy bien dirigida hasta la
finalización de la década de los años setenta y principios de los ochenta,
momento en que en manos de nuevos gestores y otras razones que hoy no vienen al
caso (son muy conocidas por socios veteranos), inicia un progresivo declive
(cargada de deudas) que en un corto espacio de tiempo termina con su
lamentable desaparición; guardada en el
baúl de los recuerdos de aquellos muchos que vivieron espectaculares
experiencias en forma de lances a especies a las que en otra situación no habrían podido nunca
tener opciones. Los resultados obtenidos, fueron fruto de una participación
extraordinaria de la inmensa mayoría de cazadores asturianos que vislumbraron
un proyecto genial, único, que avanzaba con orden y disciplina administrativa;
de normas y reglamentos debidamente consensuados en asambleas (había fuertes
debates en esos actos, soy testigo de ello), al que se unieron desde todos los rincones de
Asturias, pues ya representaba ser algo propio y entrañable ser socio de la
Astur, como popularmente se la denominó. Se ha llegado a dar el caso por
personas que por diversas circunstancias, bien por la edad, algún trastorno
físico o por otras causas ajenas a su voluntad se veían en la necesidad de dejar la caza y
seguían atendiendo el pago de la cuota
de socio.
Bajo la batuta de la Astur fueron ordenadas y gestionadas cinegéticamente
más de 130.000 hectáreas, en forma de cotos sociales. Los concejos de Aller,
Laviana, Ibias, Sobrescobio, Nava, Onís, Cangas de Onís, Amieva, Caleao-Caso
(entidad menor) fueron los terrenos
donde se llevó a cabo tan prolífico trabajo.
A lo que, tal vez, se puede señalar como una falta de
atención burocrática; desconocimiento del espíritu real en las prestaciones a
los afiliados por parte de algunos directivos desconocedores de estos términos
tan sumamente unidos a la especial idiosincrasia que caracterizaba el servicio de la Astur, como origen de todos
los problemas, se debe de unir las decisiones adoptadas por la administración
regional de aquel entonces, sumamente interesada en ese tiempo, en aumentar la
capacidad territorial de los distintos
espacios naturales que conformaban la red de parques Nacionales, Cotos
Nacionales y Reservas de Caza ubicadas en Asturias sometidas a control del
Gobierno Regional. Con estas medidas, la Astur perdía una parte sustancial de
los terrenos de caza gestionados que pasaban, por Decreto, a depender directamente bajo el manto protector de la institución pública
autónoma.
Ya, la Astur, cuando esta situación se produjo, presentaba
anomalías definitivas en su estado financiero que la hacían tambalearse; sumamente debilitada por la pérdida gradual de
socios que venía padeciendo (80% de su
base de asociados) que, ante el estado general de las cosas, retiraban su
confianza al equipo rector…?, ante los
datos demoledores en perdidas, que presentaba sus cifras económicas y sociales.
Habría que preguntarse, si una Astur, fuertemente organizada,
económicamente solvente, agrupada en torno a 15 o 16.000 afiliados, con líderes
de notoria credibilidad, al igual que antaño,
hubiese admitido sin movilizarse; asintiendo, a la integración de sus más
preciados cotos sociales en espacios naturales protegidos, en donde el
ejercicio cinegético está prohibido, o, tiene límites que condicionan a este ejercicio.
Hoy se dice que los cotos regionales gestionados por las
distintas sociedades locales de cazadores asturianas, deberían formarse en núcleos
más compactos; reagruparse y formar, a ser posible, una unidad. Esta
posibilidad es algo que dejo aquí, para consideración de mis posibles lectores,
a los que siempre agradeceré la atención que me prestan.
La labor social que llevó a cabo la Astur, en tiempos de dificultades para este tipo de obras, debido a
las connotaciones políticas de aquella etapa, supuso para directivos fundadores, significados
por su permanente trabajo desde la
fundación de la Astur, sin ánimo de lucro alguno, sirviendo al colectivo
desinteresadamente, sufrir duras afrentas de carácter ignominioso, persecuciones
de manejos políticos proyectadas a través de denuncias injuriosas ante la justicia por
algún que otro gerifalte oligarca, y, todo porque la Astur no regalaba
prebendas, ni dejaba que la gobernasen personas interesadas e inclusive ajenas
a su organización.
Me hubiera gustado ser más explícito en demostrar las razones
de cargo de la decadencia progresiva de la Astur. Lo he hecho a grandes rasgos.
Motivos hay para contarlos, pero las dificultades para poder hacerlo me hacen
ser prudente.