"LA CAZA TIENE QUE SER RECONOCIDA POR LA OPINION PUBLICA COMO UN FACTOR DE GESTION BENEFACTOR DE LA VIDA SALVAJE, Y NO COMO UNA ACTIVIDAD DESTRUCTORA" ( F. Albanese,director que fué de Medio ambiente del entonces Consejo de Europa)
Personalmente abogo por esta creencia como no puede ser de otra forma, dada mi condicion de cazador, aunque por el momento no la debo contestualizar del todo afirmativamente, si se tiene en cuenta que aun existen parcelas de aceptación en la sociedad plural, cada vez menos, por desdicha, que no han caído en la tentación que les brinda los efectos de una acción propagandística nociva que incluye a la caza y a los cazadores en un catalogo de funestos despropósitos, como un objetivo a extinguir.
No obstante, en el tiempo presente, si que advierto un tono alto de escepticismo y reticencia, algo así como una sociofobia creciente en gran parte de la ciudadanía. Me preocupa por extensiva, la falta de conocimientos y por deriva de valoración apreciativa estimable que tiene el civismo, referido a la conceptualización y desarrollo de la actividad cinegética; lo que ha venido a representar una metodología de trabajo intenso, eficaz y productivo, llevado a cabo en espacios naturales de orografía compleja y multiforme, a veces en condiciones precarias, en la defensa y conservación de la vida salvaje en todo su conjunto, sin dinero del contribuyente, con recursos propios, por organizaciones cinegéticas sociales, sin ánimo de lucro.
Ya no es una sensación la que siento: la que en otrora tiempo pudiera ser subjetiva. Me reafirmo en lo que he podido captar como lo que es: una realidad incuestionable. Es evidente: no hay nada que demostrar, está demostrado. La caza, pierde aceptación e incondicialidad de forma significativa, no solo por la persistente crisis económica que nos embarga, en lo que se refiere aspectos materiales que confirman un elevado índice de retroceso en número de activos, sino que también, en algo tan trascedente y de significada importancia, como es el mantenimiento de los conceptos éticos de su ideario, siempre muy cuestionada cualquier versión que se ofrezca, desde el rancio conservacionismo medio ambiental connivente con lo que se supone un moralismo puro.
No soy persona que fuera del ámbito de la caza, por iniciativa propia, tenga por costumbre hacer declaracion sobre mi actividad en el campo venatorio. Desde hace tiempo que procuro ser en mis exposiciones tertulianas poco difusor de los mecanismos que mueven y movilizan a este deporte (con la salvedad de este blog o en colaboraciones esporadicas en revistas tematicas relacionadas con la caza), únicamente cuando soy requerido por alguno de mis contertulios, familiares o amigos, buscando concreción y cobertura fehaciente sobre noticias relacionadas con la caza, objeto de su atención, dado el carácter que pueda tener y concedan a su posible trascendencia, aparecidas en los distintos medios de difusión, o bien, por simple curiosidad, que en un momento determinado mi interlocutor pudiera estar interesado sobre perfiles morfológicos de las especies cinegéticas, sus hábitos y costumbres, zonas de asentamiento, demografía, etc., pero escasamente centradas sus preguntas en los lances, su proceso y resultados, de los cuales he podido ser partícipe y tenido responsabilidad integral, sentiendo en las más de las ocasiones, cuando narraba ciertos avatares, un interés baldío tedioso por la persona con quien dialogo, sobre cualquier referencia que pudiera haber hecho al respecto. De ahí que movido por la experiencia y en evitación de encontrarme con actitudes que no busco, me reafirmo en lo innecesario de ser explicito, me remito a precisar sin más, parco en mis palabras, dependiendo de quien y como, la solitud de información que se me solicita.
Concretando, el movimiento de los anti caza, crece, se amplifica e incrusta en el tejido urbano fundamentalmente, que no le hace ascuas, lo acepta e incorpora para sí, uniéndose a esa corriente de opinión formada en la precariedad de un sentimiento criado en las ubres generosas de un efecto reprobador que conceptúa negativamente y descalifica todo lo relacionado con la caza.
Por eso pienso que la caza y los cazadores no estamos recibiendo trato adecuado, justa compensación, al menos, si no se quiere ir más allá, a nuestros desvelos altruistas en pos de una mejora de los recursos naturales sostenibles representados en esta oportunidad por la fauna silvestre.