
La
caza social en Asturias necesita de un criterio unificado y liderazgo
claro que represente con determinación y solvencia los intereses
conjuntos de su actividad. No puede haber compartimientos estancos.
El otrora Vice-Consejero de Medioambiente del Gobierno del
Principado, no hace mucho, en una comparecencia pública convocada
para hablar en general sobre aspectos referidos al futuro que le
espera a la caza asturiana, argumentaba en el turno de su palabra a
modo de recomendación, entre otras cosas, la conveniencia, según su
parecer, de que las actuales gestoras asturianas de caza pudieran
constituirse en una especie de “unidad de gestión” por zonas, o
algo así ( hasta ahí, es lo que creo haberle entendido).
Evidentemente,
el mensaje enviado al sector es una propuesta de gran alcance, en
apariencia realista, de clara apuesta por la cooperación, que si
acaso procediese considerarla y tratada en la medida en que pudiera
ser de utilidad, abriría un espacio de reacción corporativa, no
solo en la unificación de una sola voz potente y poder
reivindicativo, también como elemento preciso de cohesión que
concentre fuerzas para la consecución de objetivos comunes derivados
de la administración de los espacios cinegeticos que gestiona.
Ya
se sabe que la caza social en Asturias es un bloque fuertemente
fragmentado, a la vez padeciendo serias dificultades económicas
para mantenerse. Por eso, anexionar estrategias en este campo, no es
tan simple como pudiera parecer el plantearlo de esta manera, aunque
no sea una ingenuidad pensar siquiera en ordenar y mantener este tipo
de políticas a través de grandes acuerdos. ¿Valdría la pena
reflexionar sobre si es poco aconsejable y nada prudente no otorgar
valor a este proceso, o inteligente y de mejoras mantener la
planificación de este propósito como medida preventiva de
sostenibilidad y a la vez de crecimiento juntos?
Ciertamente,
no se trata de ceder independencia, ni dejar de lado las señas de
identidad características de cada organización, ni perder el
arraigo de su titularidad en la zona, ni siquiera inmiscuirse en la
gestión de cada una. Se trata de ordenar espacios, la economía y
servicios, en la medida en que se puedan hacer compatibles. Hay que
imaginarse una futura nueva Ley de Asturias de la Caza ( tan
anunciada, que con tanto interés algunos apremian su promulgación),
cuajada de un texto de cuya esencia, nos haga presentir la dotación
de un carácter intervencionista superior al actual.
Y es que,dad, del orden del 25% de las sociedades que gestionaban
cotos sociales de caza (todo un síntoma). Se ha pasado de 60 a 45,
lo cual quiere decir, que esta tendencia continuará, ante la
imposibilidad que supone mantener unas funciones, no tanto sólidas
como se precisa, sino de mera subsistencia, por falta de recursos. No
obstante, nada se conseguirá. Conociendo los entresijos de esta
actividad, aquí, la supremacía local tiene su reducto.