Me lo
temía. Llueven las protestas. No paran.
Un lío el que se está formando, si es que no se ha formado ya. Han querido arreglar el asunto del lobo de una
forma que no es la más conveniente en cuanto a otorgarle intranscendencia y lo
que han hecho con un inoportuno proceder ha sido empeorarlo,
Matar lobos por los cazadores, cuando la especie
no esta declarada cinegética, es lo que
se pretende. Anuncian los detractores de esta práctica que tendrá en principio
consecuencias para quienes ejerzan esta autoría, en forma de denuncias ante la Fiscalía y
movilizaciones ciudadanas en distintos frentes, que pudieran ser tumultuosas. Las
reacciones contrarias que se están produciendo sobre el control del lobo en
Asturias a través de la caza, están
creciendo a pasos agigantados, mostrando en la Red y en medios de comunicación
colaboradores que se hacen eco, una
desaforada animosidad del mundo animalista que se ha hecho
participativa a lo ancho y largo del globo terráqueo, sobre el formulismo a
emplear por el Gobierno del Principado que conlleva el ánimo cierto la misión
de poder disminuir la presión dañina de este poderoso predador sobre la cabaña
ganadera asturiana; no así el exterminio de esta especie como objetivo final,
según se ha proclamado de forma intencionada.
El tema de
la densidad lobera con hábitat en nuestra comunidad, no es un problema creado
por los cazadores, tal parece que nos quieren relacionar con él, cuando nada tenemos que ver. Involucrar de
lleno a la caza asturiana en la regulación sostenible de este animal salvaje,
azote de ganaderos, sin previamente haberle
otorgado la clasificación de especie cinegética, ha sido un error de bulto de
quienes han organizado este proceso con la connivencia y los colaboradores de
quienes en principio se habían prestado, que ni los más primarios de la educación
básica se atreverían a desarrollar el método. Con la singularidad de este
formulismo, ahondarán y aumentaran sobre la venatoria el contenido de las
desconsideraciones falaces a que nos tienen acostumbrados aquellos que ven la
actividad venatoria como innecesaria y tratan de erradicarla.
Un servicio
que el gremio de los cazadores, que de prestarnos a él, sin una Ley protectora
que nos garantice inmunidad jurídica suficiente, nos pasará factura en la ya deteriorada imagen
en la sociedad que actualmente padecemos.
Con este
inusual proceder, las organizaciones conservacionistas y todo lo relacionado
con ellas, han conseguido reactivar aspectos publicitarios de sus posiciones
ideológicas contrarias a la caza, que ni
el más conspicuo de sus activistas hubiese podido pensar. Cuestión que ha
permitido al ecologismo internacionalizar sus manifestaciones, acrecentar su
posicionamiento y definir estrategias más profunda y activas para avanzar
en la defenestración total de la caza.
Una
situación creada que a muchos nos parece de dudosa garantía legal y los posibles efectos colaterales que de ello
se derive que para el sector de la venatoria pudiera tener, de convertirse en
un “bumerang” de imprevisibles consecuencias. Ya lo está siendo, a falta de
otras. La caza, los cazadores asturianos, sin que nos lo hayamos propuesto, somos
noticias de primera página en prensa y cabecera de telediarios en todo el mundo,
por ceder a colaborar a través de su práctica, en la
regulación de un conflicto en el que anidan intereses contrapuestos.
Ha faltado
de la discreción necesaria que se requería en esta oportunidad al Consejero, de
reciente incorporación al cargo; curtido
político, lidiador de mil batallas, no obstante haber sido diligente con un
tiempo record en la tramitación de un
asunto de tanta sensibilidad para la opinión pública y trascendencia,
concediendo carta de naturaleza a que el lobo pueda ser abatido sin cupo ni
período de veda o control científico por los cazadores en zonas clasificadas como de
presencia esporádica, durante el desarrollo de batidas especificas mixtas y de
jabalí, dentro del perímetro territorial que abarcan determinados cotos
sociales que gestionan las sociedades locales de cazadores de esta comunidad.
Una situación
que ha servido para enardecer aún más, si cabe, los ánimos de quienes exteriorizan de palabra
y obra su pensamiento contrario a esta metodología y por consiguiente sobre la
caza.