
A
tenor de lo expuesto po el Ejecutivo regional, el nivel poblacional
de jabalíes en la comunidad asturiana tiene cifras de record, puesto
que, en territorio astur la establece el organismo público en el
órden de los 70.000 ejemplares. Una equivalencia distinta a otras
percepciones que se tienen dictadas por algunos expertos y técnicos
independientes que la sitúan en un número muy inferior rayando en
los 45.000, a las que se unen otras variaciones que la acomodan
cercana a los 60.000 individuos. Tampoco faltan quienes la acercan en
torno a los 50.000. Total, una horquilla disparatada de cuya
disparidad de criterios hace que en la opinión pública, surjan
razonadas dudas sobre lo que de verdad está pasando en Asturias con
la densidad de este animal.
Ciertamente
este tipo de cosas, son muy difíciles, por no decir casi imposibles
de precisar. Es muy necesario mantener unidad de criterios realistas
para no equivocarse produciendo soluciones inéditas debido al
anuncio que hacen de conceder un grado importante de permisibilidad
cualitativa y cuantitativa en las capturas futuras de este suido,
condicionadas siempre con preferencia a ejecutar extracciones maxívas
que, de producirse con eficacia, serían la causa de un proceso de
desmantelamiento acelerado de sus numerosas piaras, lo que haria
convertirlo en una sombra fugaz de su pasado.
A
donde quieren llegar, esa es la cuestión que preocupa a lo cazadores
asturianos llevados de un prejuicio que les mueve a desconfiar de
todo este asunto. Desde la caza debemos pensar si lo que buscan
obtener desde la Consejería es algo que pueda ser definitivo en su
finalidad, pero que carece de justificación si lo que se quiere es
erradicar todo atisbo de asentamientos y colonizaciones jabalineras
como forma simple de evitar problemas, sin importarles nada más. o
la conversión en un estado transitorio que camine hacia un nueva
sostenibilidad de baja capacidad numérica. En definitiva ¿a donde
quieren ir a parar? La caza espera respuesta.