
Defendiendo la caza social revertida y
sostenible; aquella que se practica desde sociedades, asociaciones o uniones de
cazadores, exentas de ánimo de lucro, porque es lo que me corresponde al creer
firmemente en un método útil que ha dado beneficios no solo en el justo equilibrio del estado participativo para el sector,
sino que también para el conjunto de la fauna silvestre; amén de otras muchas
más cosas que están en ánimo de todos.
Debemos de
hacerlo así y luchar por la conservación del sistema quienes sintamos esta
necesidad, puesto que de ello se deriva que los cazadores de economía modesta
(la inmensa mayoría) y las generaciones venideras, en un futuro, puedan tener el
derecho a participar en cualquier modelo sin exclusión.
Es evidente que cuando escribo o hablo sobre
la continuidad en Asturias de la caza social, con todo lo que eso conlleva y
supone, alguien que se ha dado por enterado, se revuelve en el sillón. Percibo con nitidez cuándo y cómo se produce y
a quien lo hace, puesto que detecto algunas respuestas indirectas que me
llegan, junto con otras que están en el ambiente y los motivos de su
procedencia. Hay quien se centra en demostrarme de continuo su antipatía.
Pierde(n) el tiempo. Son muchos años en esto y entre lo que sé (aunque no se lo
quieran creer y digan lo contrario) e
intuyo como cierto, me basta y sobra para saber quiénes son los que sufren de estos
resquemores, y el porqué de los mismos.
Por otro
lado, es cierto que la Ley de Caza que rige para Asturias, constriñe de forma
muy sería; impide la voluntad de algunos de hacerse un hueco en la tenencia y
disfrute de terrenos de caza clasificados de régimen y aprovechamiento especial para su
uso particular o como forma de negocio privado. Cazar en Asturias, no tiene las
mismas connotaciones de participación que en otras autonomías. Todo tipo de
fauna salvaje, una vez transferidas las competencias en materia de medio-ambiente
por el Gobierno Central se constituye en patrimonio público, siendo su gestión y ordenamiento de plena responsabilidad del Gobierno del Principado. Es lo que hace a esta
NORMA diferente a todas las demás.
Desactivar
la legislación vigente en materia de caza en Asturias, referente a la
concreción de su espíritu, eminentemente social, es una aspiración de la
denominada caza comercial y exclusiva
que buscan, los unos, instalar en
nuestra región la referencia de su ocupación industrial, y, los otros, la licencia
de la privacidad. Hay elementos implicados e infiltrados en nuestra caza,
residentes aquí; cazadores asturianos de nacimiento, que actúan solapadamente de
meritorios a modo de intermediarios, a favor de estas propuestas. No hay nada
más que ver con quien se relacionan y sirven de lacayos. Sus movimientos les
delatan. No hace mucho, se apuntaba por el partido gobernante en aquel momento (duró
poco en esta misión que le otorgó la ciudadanía), la decidida voluntad de que Asturias se reencontrase otra vez con
posibilidad de admitir la privatización de la caza. Las espadas están en alto y
puede volver a darse la misma situación.
Es la Ley de Asturias de la Caza, de concepción
única; en su composición y desarrollo, en gran medida distinta a todas las
demás, cuyo régimen no permite constituirse en coto privado ningún terreno
cinegético. Constituir aquí, en nuestra tierra, un coto de caza, la ley que
rige dicta inexorablemente que tiene que
hacerse sobre la base mínima de 3.ooo hectáreas y un obligado registro de 100
socios como primera componenda, en evitación de que sean formalizados grupos minoritarios. A partir de
ahí, habrá otras comprometidas por las gestoras adjudicatarias que tendrán que
ser de escrupuloso cumplimiento revisadas debidamente por la Administración.
Me temo; soy
de los que pienso, que una nueva Legislación para el sector cinegético de
Asturias, cuando se promulgue, se hará desde la equidistancia con el espíritu
que promueve y mantiene en vigor la veterana legislación. Ya no será igual. Soy
escéptico sobre la cohesión de los cazadores en ese sentido. Antecedentes,
haberlos hay. No nos engañemos.
Primarán diversos factores convertidos en
intereses sectoriales, distintos a la venatoria, que ya vienen reclamando con
fuerza una parte alícuota, sin haberla merecido, puesto que nada han hecho en la consolidación de las especies silvestre para que se les otorgue ese derecho. No obstante ello, serán decisivos los referidos al turismo (Hostelería y Hoteleria), politicos (Ayuntamientos), el mundo rural (Hermandades y Asociaciones), ecologistas en general, en la redacción de un texto en los que la caza social tendrá seguramente
mucho que perder, puesto que a la hora de decidir, estará en minoría. La caza en Asturias, siempre esta en clara desventaja frente a un conglomerado de sectores que imponen su Ley. No deja de ser paradogico.