LA JUNTA NACIONAL DE HOMOLOGACION DE TROFEOS DE CAZA, ADOPTA NUEVAS MEDIDAS AL OBJETO DE EVITAR LA MANIPULACION EN BENEFICIO DEL TROFEO.
Es evidente que lo que estaba sucediendo sobre la
homologación de trofeos de caza, aducía de un
componente real, pues tal y como se estaba pronunciando la Junta
Nacional de Homologación, en relación con este asunto, suponía ser un hecho
desvirtuador, al equiparar en igualdad
de medición la circunstancia de presentar un
trofeo para su homologación, independientemente de que hubiese sido cobrado en
régimen abierto o en fincas cerradas. Según el presidente de esta entidad, en
manifestaciones efectuadas a un medio temático (es de agradecer su comparecencia
informativa en la que ha mostrado pragmatismo y objetividad en su expresión)
con estas nuevas evaluaciones, se trata
de poner orden y evitar la manipulación de las especies en beneficio del
trofeo.
Por el momento, en primera instancia, a expensas de posteriores acuerdos de esta
citada Junta, que al respecto, según se dice, serán extensivos gradualmente en la definición de su composición, me refiero en lo
que atañe al jabalí, venado, corzo, gamo
y muflón, especies no tenidas en cuenta preventivamente en primer término del
listado, cuyos trofeos no sufrirán los avatares rigurosos de la
exclusión teniendo el mismo reconocimiento en la calidad de sus trofeos en cuanto
a su homologación, hayan sido abatidos en abierto o en vallados, a diferencia de la cabra hispánica o macho montés, rebeco,
sarrio, arruí y lobo, cuyo origen proceda de terrenos cercados, motivo por el
cual le impedirán obtener medalla, en cualquiera de sus categorías, y optar a
record nacional, si así fuera pretendido
por el autor o demandante.
Parece lógico y razonable que así sea y se haga esta distinción.
Es evidente que la J.N.H.T.C, se
encuentra motivada para intentar acabar con algo de su incumbencia que les afectaba de forma negativa en su
credibilidad. Un anacronismo que no se entendía y que cabe pensar que, al
tiempo actual, este organismo carecía, quizás,
de la suficiente independencia, supuestamente sometido a los auspicios y
conveniencia de un sector económico influyente que podría incidir en este tipo
de cuestiones.
Que la caza, su desarrollo o practica, ha sufrido una
metamorfosis de una fuerte involución cualitativa de su buen ejercicio, no es
nada que acabe de descubrir. Existe en la actualidad, por así decirlo,
en algunos casos, cada vez con más
sentido ascendente, un cierto tipismo
con ribetes o tintes de bandolerismo. Este comportamiento, tan señalado, viene
precedido de actitudes de ciertos responsables, mal llamados gestores
cinegéticos, abocados a la confección de triquiñuelas, buscando su propio beneficio,
que ocasionan graves perjuicios en la
identidad propia en lo que afecta a nuestros venados en su ADN, que bien pudieran ser extensivos e irreversibles
para el conjunto de sus individuos si no se ataja a tiempo y se sancionan
debidamente a través del ajustado peso
de la Ley.
En cuanto a la concepción de la caza, no lejos de estos
insanos aconteceres, caminando al unísono y en progresión aritmética, surgen
como los “hongos, personajes engalanados
de castizos, fulanos exhibidores de
vanidades encontradas, en clara deformidad con el sentido ético de lo que la
caza representa. Buscan trofeo a cualquier precio, sin importarles el cómo y el
porqué. Es cierto que tienen mercado, las ofertas les llueven y ellos acuden
solícitos a celebrar sus “aquelarres”
particulares. Quieren trofeo y ello obliga a sus postores, a vulnerar la ley de
la naturaleza y de los hombres. Cada día hay más denuncias sobre estas
vulneraciones genéticas, extremo que confirma la decadencia de un pernicioso
sistema, que es de esperar se le ponga coto, alejado de una praxis benefactora
para el conjunto de la sociedad que se rige por la tradición secular en la decencia en el trato y salubridad de los
animales objeto de la actividad cinegética.
No estoy en contra de los cercados, solamente que no me gusta
observar a los animales salvajes, una vez perdida su libertad e instinto primigenio. La
caza en estos terrenos singulares, es un negocio, toda una industria que
permite la creación y sostenibilidad de puestos de trabajo y ayudas
complementarias en la economía de unidades familiares, que para los tiempos que
corren, está muy bien. Ocurre sin embargo que se suceden con frecuencia las importaciones
a nuestro país de especies foráneas con las expectativas de mezclar su sangre
con el venado ibérico (acelerando la impureza genética transmisora), menor este
ultimo en contextura morfológica, comparativamente con el ciervo centroeuropeo,
en aras de adquirir una mayor volumetría de su trofeo (cuestión a evitar,
exigiendo responsabilidades y castigo sobre estos actos punibles, con los
medios legales de que se dispone), fin supremo y último de los gestores orgánicos,
con las excepciones logicas), como vía de tránsito hacia la rentabilidad de su
producto estrella.
Por tanto, la decisión de la Junta Nacional, es la adecuada,
aquella que se requiere y que ha sido muy demandada. Los cazadores que adquieran trofeos en cerrado, en
orden a las especies establecidas, no tendrán el reconocimiento oficial de los mismos, lo que les supondrá una pérdida
de valor y un costo innecesario.