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Una cifra
que entraña una alta densidad de animales de esta especie en el conjunto del
concejo ovetense. Se empeña el Director de Recursos Naturales del Gobierno del
Principado de Asturias en tratar de dar solución a los problemas que el suido
en cuestión genera en diversos sectores de la sociedad, como es preceptivo
hacer, poniendo en marcha para ello, actuaciones encaminadas en tratar de
reducir sensiblemente el nivel poblacional dentro del municipio objeto de
atención y en aquellas otras áreas que requiera de medidas paliativas.
Una de las
medidas que parece pueda ser más resolutivas pasa, según manifiesta el citado
director general, inevitablemente porque los cazadores produzcan mayor número
de capturas, elevando el cupo de
extracción, como principio, a cifras superiores a las actuales. Algo que no
siempre es posible hacer, me refiero a los abates cuantitativos, puesto que
cobrar piezas de jabalíes en orden superior a las que en la actualidad se
produce, entraña dificultades derivadas
de que se den distintas circunstancias.
No siempre salen las cosas a satisfacción de los cazadores y, ello, a pesar de
haber puesto todo su empeño en conseguir cotas más altas de extracción.
Simplificar
así las cosas, no parece oportuno hacerlo. La solución no está en mostrar datos
estadísticos como eje informativo principal, que exonere sibilinamente
culpabilidades, causas y autorías, a la
administración regional. La proactividad solicitada a los cazadores, no será la
única solución. Concurren otros factores
determinantes de especial incidencia. El problema se sostendrá, e irá a
mayores; no será achacable a la caza,
como principal detonante, según se ha dado a intuir. La masa forestal, que en
la actualidad cubre los espacios naturales próximos a núcleos de población; el
abandono de fincas cubiertas de espesa vegetación, se han constituido en Zonas
de Seguridad, debido a sus especiales características representadas por importantes
centros industriales, urbanísticos, etc. , lugares comunes en donde la caza no
esta autorizada. Aquí radica el problema. Espacios en donde al cazador no le
está permitido actuar.
Otras
cuestiones inducidas tales como la falta de relevo generacional en la caza; la
edad media de los cazadores, superior a 55 años; la perdida significativa en el
número de licencias de caza, no son aún razones, puesto que la actividad se
mantiene y por lo tanto no tienen valor crediticio absoluto del crecimiento numérico de jabalíes. El
Jabalí ha encontrado solaz acomodo y resguardo en la periferia de las grandes
ciudades de los países europeos, al calor y protección que les concede las
diversas zonas de seguridad que las circundan
(foco creativo que atesora la complicación). Desde ahí, crece y se
expande con solvencia. Capítulo aparte tiene en gran medida su crecimiento, la
casi total erradicación en países del primer mundo, de la fiebre porcina, creo entender, tan determinante en mortalidad en otro
tiempo.
En ningún
otro lugar (cotos regionales y reservas) fuera de estos terrenos de
características especiales, clasificadas de protegidas, en cuanto a gestión y ordenamiento de recursos
naturales, el jabalí es centro de alarma. En los terrenos cinegéticos de régimen especial, cotos de caza, la
sostenibilidad de jabalíes se mantiene en parámetros demográficos adecuados, a
resultas de un tratamiento racional en el aprovechamiento de esta especie,
llevado a cabo por las sociedades locales de cazadores, lo que ha permitido una
coexistencia de trato asequible con la vecindad.
Se han
dicho muchas cosas por el director en cuestión, todas ellas enmarcadas dentro
de un posible denominador común: de nuevo han puesto la caza en el punto de
mira. Por acción u omisión le ha faltado matizar muchos aspectos, todos ellos
elocuentes. El Gobierno del Principado, tiene un serio problema derivado de la
fauna y la flora. Asturias paulatinamente, cada año se convierte en un lodazal
de enraizada vegetación que crece hacia el infinito; las antaño fincas de
pastoreo y de labor, se han venido perdiendo en gran escala, quedando la
superficie en baldío.
Se ha
dicho, sin ambages de ningún tipo, sin encomendarse a Dios y al diablo, que la
densidad de jabalíes en nuestra comunidad se encuentra entre una horquilla de
60.000 o 75.000, ejemplares. Si así fuese, cosa que no me creo, la problemática
del jabalí alcanzaría dimensión bíblica. Cualquier buen aficionado puede saber,
a poco que se interese, que no son posible estas cantidades. Estaríamos los
cazadores aprovechando una mínima parte de la producción de esta especie (9.000
- 10.000 por temporada) lo cual quiere decir, que haría falta acércanos a
cantidades más sustanciales que aproximaríamos hacia los 30.000 o 40.000 piezas
cobradas necesarias para una eficaz involución, si hemos de tener en cuenta la extraordinaria
capacidad reproductora de esta especie.
Es evidente
que desde la Consejería se ha formado una constante de alusiones en forma de
alegatos mediáticos, buscando responsabilidad no compartida. Una fijación, como
estrategia, cara a alertar a la
sociedad, tratando de mitificar a los cazadores valedores de un despropósito en
el que no consta actitud inhibidora del gremio señalado; todo lo contrario. Antecedentes, haberlos, hay.