Me llama curiosamente la atención la posibilidad de que alguna(s) persona(s)
dedicada(s) a la conservación, fomento y protección de este plantígrado que
campea en zonas muy concretas del territorio astur y provincias limítrofes puedan ser destinatarios de supuestas retribuciones u
otro tipo de canonjías por mor de lo que en principio pueda parecer una actitud
de carácter meramente voluntario y altruista. ¿Cabe se de esta circunstancia?
Exceptuados de estos supuestos, como no podía ser de otra manera, aquellos
profesionales adscritos (guardería y
otros sin calificación) de las propias organizaciones dedicados a cumplir una
jornada laboral en función de las
prestaciones que este animal requiere.
Viene a cuenta esta curiosidad, sin duda, referida
exclusivamente a las cúspides dirigentes de la Fundación Oso Pardo; Fundación
Oso Asturias y el mecenazgo de su Patronato; Fapas (Fondo para la protección de
los animales salvajes),
El hecho sucedido recientemente del que ha sido
protagonista la Sra. Presidenta del Patronato de la Fundación Oso en Asturias, que parece, tal y como se ha
publicado, haber renunciado, con su presunta dimisión, a seguir ostentándolo, es sinónimo de
reflexión para este que les escribe.
Hasta aquí, algo normal, si acaso anecdótico, que se repite
con demasiada frecuencia en cualquier
actividad. Por cumplir (?) con sus
funciones en el seno del Patronato de la Fundación Oso de Asturias esta Sra., sé dice, como un hecho relevante a destacar,
no percibía retribución económica. No es nada insólita y, si muy común, aunque no siempre, esta actitud
filantrópica en un mundo identificado con
los valores conservacionistas
defensores de la biodiversidad.
Pero sí que sería interesante saber, si esta condición que
aseguran exhibe esta persona dimitida, o, tal vez no (el asunto ya se
aclarará), caracterizada de trabajo voluntario desinteresado, tiene el mismo
significado y tratamiento para los distintos miembros que la acompañan en sus
cargos directivos, bien sean en lo referido al Patronato o la Fundación Oso Asturias y extensivo
a la Fundación Oso Pardo Cantábrico, F.A.P.A.S, u otras organizaciones que
supongo interrelacionadas en esta ámbito patrocinador, o bien,
por el contrario, dentro de esta élite dirigente, alguien ha conseguido hacer
de una devoción su profesión, con salario incorporado, del que los
contribuyentes somos sus principales válidos, Conviene saberlo, por lo que
supone.
Hay que referirse
explícitamente a los aspectos financieros que engranan los presupuestos de estas
denominadas ONG, que aseguran
escrupulosamente en sus estatutos
fundacionales, carecer de ánimo de lucro. El Oso Pardo Cantábrico, según entiendo, se ha convertido en una industria; un producto de cultivo como
estrella de una oferta peculiar. Un
icono atractivo y atrayente, reclamo publicitario, cuya resonancia, se ha convertido,
sin saberlo el interesado, en toda una
referencia de plena eficacia en la captación de ayudas en forma de subvenciones,
presentes y futuras, derivadas fundamentalmente
de instituciones públicas, como consecuencia de diversos convenios con
distintas comunidades autónomas, Unión Europea, ayuntamientos, empresas,
públicas y privadas, asociados, caso F.A.P.A.S., etc.)
Mantener en la actualidad el status quo que este tipo de
instituciones no gubernamentales tiene, requiere de proveerse de medios
económicos y materiales que lo sostengan, nada fácil de conseguir y menos en
estos tiempos, dada la importancia de su
gestión. A su alrededor conviven una serie de factores que originan gastos e
inversiones. A la luz o conocimiento de la sociedad, solamente afluyen datos
promocionales de las actividades que ejercen, dando cuenta de los excelsos
resultados de trabajos realizados, siempre en pos del bienestar del Oso; evadiendo
pronunciarse con disculpas nada creíbles (esto lo digo de pasada), sobre los
problemas que atraviesa el Urogallo (un clamoroso y vergonzante fracaso del
ecologismo, sin paliativos).
Conocidos los efectos benefactores de estos procesos propagandísticos
a través de boletines puntuales,
relacionados con la saludable demografía, y su cada vez, mayor
asentamiento y colonización del Oso en nuestra cordillera de los cuales solo se
habla por partes de los respectivos portavoces de estas organizaciones, reiteradamente traslados a la sabiduría popular
para su constancia; seguramente sea el momento, ya que no lo ha sido antes,
cuestión que procedía, de que la ciudadanía tenga el suficiente juicio de la
carga económica que ha supuesto tan noble y notoria labor.
De la condicionalidad financiera que les pueda superar nadie
está exento. Las cuentas, al igual que
la exposición de lo hasta ahora realizado, no han tenido la misma convergencia
informativa, cara a la sociedad civil. Los antecedentes didácticos en la
distribución y empleo de los fondos públicos recibidos son precarios, escasos
de contenido en su carácter divulgador. Bueno será, para una mayor y mejor
credibilidad de los ONG mencionadas, tengan a bien sean proclives a conceder
espacios informativos (los medios de difusión serían un buen vehículo transmisor)
sobre sus presupuestos y balances contables, estados de situación, etc. Se
aprecia una cierta reticencia sobre este tipo de entidades caracterizadas de
fundaciones, precisamente por su supuesta opacidad en el campo de su
sostenibilidad mercantil.
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