La caza concita pasiones pero también genera críticas. La
rodea una aureola de controversia. En las críticas amargas que elaboran
colectivos ecologistas sobre la actividad cinegética se encuentra formado el epicentro de una
perdida de perspectiva que señala a la caza, sin fundamento objetivo que lo
sostenga, como un ejercicio que no respeta los derechos de los animales, sino
que además supone un riesgo para la práctica de otras actividades
en la naturaleza.
En contraposición a estos alegatos, en primer término se debe de interpretar la valoración de erróneas e interesadas afirmaciones
contrarias a la concepción y desarrollo de lo que la venatoria representa para
el conjunto de la ciudadanía. Todas las opiniones son respetables, no obstante rebatibles.
El cazador conservador, a diferencia del destructor, convertido
en ardiente amante de la Naturaleza, busca las coincidencias que haga posible la coexistencia del medio y
la especie. Por fortuna, se ha dado cuenta de la importancia, aunque solo sea
por el afán inteligente, de conservar una riqueza natural y aprovecharla ordenadamente. Es por ello que cuando se
afirma que no existen estudios sobre las
poblaciones cinegéticas que acrediten que su eliminación no es compatible con
su supervivencia y conservación, no obedece a una verdad invariable. La caza
por sí misma, no elimina por principio sino que sostiene, fomenta y protege. Es
el diferencial, entre una realidad virtual y una versión adulterada de lo que representa la buena instrucción de la
caza.
La caza no es minoritaria en su práctica, tampoco impone sus
derechos sobre el resto de la población tal y como infundadamente se pregona; la ejercen en el mundo millones de
ciudadanos de toda condición e ideología,
incluso de los denominados progresistas, afines con estos detractores, en culturas de pronunciado señalamiento, cuestión
que concreta la evidencia de una contradicción por un desigual proceder en la materia censurada.
Cerca de este contubernio de incesante loa descriptiva
catastrofista sobre la caza, crece el
oportunismo de estos grupos contrarios a la misma, Con esta aportación de signo populista camina
la tendencia que busca reducir o desintegrar la caza tal y como se concibe,
pretendiendo controlarla a su antojo y conveniencia, vía el poder que les
otorga su inserción en organismos públicos, consecuencia de acuerdos tácitos polítologos, a través de un
intervencionismo improcedente, fuera de su competencia, o lo que es lo mismo,
una irrupción de carácter decisorio en aspectos organizativos sobre los que la
caza requiere.
Denuncian a favor de
sus tesis, la falta de estudios en el
sector que determine los cupos de captura de las diversas especies. Una
afirmación connivente con sus deseos, muy alejados de las obligaciones
contraídas por la caza en sus prolíficas legislaciones reguladoras de su
actividad (17 leyes de caza, una por comunidad, caracterizadas de un férreo
control)
Las especies de caza, patrimonio público en algunas
comunidades, para su aprovechamiento racional, como recurso natural renovable,
requieren de un procedimiento normativo, como principio básico. Para cazar es
necesario que las gestoras de cotos sociales o particulares, elaboren
previamente exhaustivos Planes Técnicos de Caza con un periodo de extinción determinado
(10 años, revisable a los cinco), exigentes de contenido, garantes de una política
tendente a consolidar un hábitat idóneo
de fauna silvestre. No termina aquí la
cuestión, sino que las concesionarias se ven en la obligación de tener que presentar anualmente su Plan de
Aprovechamiento en las Consejerías Regionales dependientes, sometidos a estudio por Biólogos y
Veterinarios, o comisión técnica a tales efectos, para su aprobación, si procediese. Por tanto, con estas premisas de obligado
cumplimiento, no existe en la caza, el libre albedrío que se le puede suponer.
Desconozco a que se refieren cuando se pronuncian a favor de una adaptación de la caza acorde con los tiempos actuales. ¿Cuál sería el orden
que pretenden constituir? Al respecto
nada se dice, lo que hace pensar que nada en definitiva construirán diferente
en lo sustancial. Es meterse a redentores, querer manejar los hilos de una
actividad que desconocen en todo su contenido. Dejen a la caza seguir su rumbo,
a pesar de los inconvenientes e imperfecciones que padece, siempre presente la voluntad de mejorar. Gobernar en su casa y no en la del vecino.
Nunca en nuestro país
la caza ha tenido tanto asentamiento y colonizado espacios antaño impensables, en densidad y diversidad, como al tiempo
actual. España es punto de referencia y de encuentro de un gran número aficionados a la
caza, tanto la que cultivan los lugareños de este país, así como también los venidos
en gran escala desde todas las partes del mundo, al acecho de las innumerables
posibilidades que la cinegética española les puede ofrecer.Una situación creada
y consolidada. Un hecho , satisfactorio ,
producido en gran medida, gracias al
trabajo constante, versátil, creativo desplegado, fuente y origen de una
eficaz gestión llevada a cabo por distintas instituciones
sociales, particulares y públicas relacionadas con la caza.
Por
todo ello debemos disentir y protestar en pos de la verdad, de aquellas
necedades subidas al pulpito del descredito, lugar desde donde se lanzan soflamas cargadas de
absurda retorica en contra de la caza y su practica.