Se puede decir, sin lugar a equívocos, que no todo es siempre actitud deportiva en el ámbito de la cinegética. Existen desviaciones, alteraciones de unos principios y práctica que soporta por imperativo legal la caza dentro de su estamento.
¿Quién o quienes dicen que el ojeo de perdices es la modalidad reina de la caza menor? Asegurar que es la mejor forma de caza, la que permite calibrar mejor la clase de cazador, revela el grado de insolvencia de quienes así se expresan en la debida identificación que se ha de tener sobre la acción de cazar. Otra cuestión será el trabajo eficaz de campo desarrollado en la gestión y ordenamiento de esta especie previa a estas citas. Que es un ejercicio tradicional en el sur de España, único en el mundo, formidable espectáculo, muy en boga en los últimos tiempos, de particular difusión y que ha traído a nuestro país a no pocos adeptos de allende de nuestras fronteras para disfrutar de lo que consideran deleite del mismo, magnifica escuela de tiradores, obedece al reconocimiento objetivo de un hecho cierto. Los ojeos, en este caso de Perdiz, cuyo método empleado, es elevado conceptualmente por sus seguidores a la máxima potencia subliminal en su interpretación genérica como un hecho relevante dentro del mundo de la cinegética; carece de todo fundamento comparativo para ser aceptado como una actividad venatoria propiamente dicha. Difiere sustancialmente en las formas y en el fondo de aquel otro, más afín con los valores que desarrollan el cazador y su perro, estos últimos en clara sintonía con las normas y funciones que la caza distingue.
Por tanto, cabe reivindicar la caza menor noble, superior en su concepción y aprovechamiento reglado sobre estos modismos, concederle el carácter justo en la autenticidad de su imagen, evitar el descredito de la jerarquía obtenida a través de su buen ejercicio a favor de algo que no se asemeja a la caza leal y autentica, que ya consta en los anales, como si tal cosa fuese, por mor de influyentes opiniones de un sector mayoritario de los denominados expertos, supuestamente motivadas al hilo de un flujo económico de evidente rentabilidad para sus promotores, generador de riqueza inducida, hecho reconocido, que tal vez no les sea ajeno a esta clase de “intelectuales” de la venatoria, venidos a menos en su credibilidad, tras sus afirmaciones partidistas al considerar la caza en ojeo de especies menores, como un ejercicio suficientemente adaptado, un genero de caza, al igual de otras ,que hay que respetar. Sinceramente, no encuentro fundamentos razonables para aceptarlo.