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(Articulo publicado hoy, 7-01-17, en el diario La Nueva España, sección " Los Lectores Tienen la Palabra"
Cualquier
hecho aislado de procedencia dudosa que se tenga sobre la caza, es aprovechado por
los tribales del ecologismo para optimizar la instrumentación de expectativas desestabilizadoras sobre la
actividad cinegética. Se equivocan aposta los declarados miembros de esta
organización que dice encontrarse comprometida con la conservación y cuidado de
la naturaleza (también la caza, mal que les pese), según reza su eslogan, cuando
desde sus filas afirman la disposición que tenemos los cazadores para “disparar
a ciegas”.
Este tipo
de barbarismos fundamentalistas que se hacen sobre la caza es el muestrario que exhiben
quienes buscan con ello lanzar un impudoroso mensaje a la sociedad con el ánimo
de crear agitaciones y atraer seguidores, aunque los argumentos que esgriman no
tengan nada que ver con la realidad de los hechos. Confundir en un primer instante la figura del oso
moviéndose en una espesa cubierta de
matorral, con la de un jabalí, es algo
que no solo puede suceder en la caza.
El reciente suceso ocurrido en una vecina
Provincia en el transcurso de una batida a jabalíes en la que un apostado
cazador, supuestamente había efectuado, uno o varios disparos sobre uno de
estos plantígrados (especie protegida, declarada no cinegética; por tanto no
autorizada su caza),al parecer, según cuentan, sin
haber constatado antes con claridad la identidad de la pieza objeto de abate
(regla de oro de los cazadores), no se le debe de otorgar la consideración de
haber sido un error, puesto que en la caza este tipo de sucesos resultan
inconcebibles e inadmisibles.
Dicho lo
cual, la situación creada ha servido de oportunismo a los contrarios de la caza
para provocar una cascada de opiniones contra ella, que han sido recogidas en distintos medios de
opinión con el ánimo de desmerecer el
buen ejercicio que de ella hacen la
inmensa mayoría de los cazadores. No se puede demonizar a todo un colectivo por
el hecho de que se haya producido una imprudencia de estas características, porque
no es lo habitual que suceda. En Asturias no queda recogido ningún dato
estadístico oficial que certifique que un cazador, en cacería legalmente
autorizada, diese muerte a un oso por haberlo confundido con un jabalí. Dato
elocuente, indicador preciso de la extrema prudencia en que se mueve el mundo venatorio.
Resulta que la caza asturiana es una fiel y
decidida colaboradora de todas las instituciones oficiales, organizaciones
ecologistas y de otros sectores económicos de carácter altruistas implicados en
la defensa para la conservación y expansión del Oso Pardo Cantábrico. Esto lo
saben bien en FAPAS (Fondo Asturiano para la Protección de Animales Salvajes). Hemos aportado los
cazadores asturianos para esta causa, dentro de nuestras posibilidades, todo
aquello que nos han solicitado. Para tal fin nos hemos restringido en nuestra
actividad, incluso suspendidas cacerías
por el mero hecho de detectar la presencia de un oso en la zona. El personal de
guardería perteneciente a las sociedades locales de caza asturianas, puesta a
disposición del proyecto, contribuye con
su experiencia y dedicación a atender e informar sobre la evolución de este
animal.