Silencios
cómplices considerados desleales en torno a la caza asturiana,
haberlos hay. No hará falta ir muy lejos para saber el lugar de
donde emanan estas actitudes y comportamientos. El como se ha llegado
a una situación tan sumamente degradante para el mundo asturiano de
la venatoria no será difícil de entender.
La
caza en esta Comunidad sufre, desde hace mucho tiempo, las
consecuencias perniciosas de tener su particular “caballo de Troya”
instalado a su comodidad, sin nadie que le moleste, en el epicentro
de la inanición informativa y de comunicación, tantas veces
reclamadas y nunca tenidas en cuenta, no solo por los responsables
de la gestión y el ordenamiento cinegético en el Principado, sino
que también, por el evidente mimetismo de una Federación de Caza
que tengo la impresión, muy compartida, no se equivoquen sus
gestores, no es nada personal, lo aseguro de veas, que vive ausente
de liderar estas necesidades en momentos tan delicados que padece
este acosado sector, cuando se reciben desde el propio Gobierno del
Estado amenaza tan serias, como su intención de querer prohibir la
caza. A todo esto hay que destacar, la sensible desunión sectorial,
como síntoma que contiene un alto grado credencial, derivado de una
falta de interés que permita afrontar con decisión firme el
mantenimiento de iniciativas que evolucionen en positivo en materia
didáctica y pedagoga con el objeto de contrarrestar, en la medida de
lo posible, estas tendencias tan perjudiciales, que tanto daño hacen
a la caza. Es aquí, en este campo del conocimiento, donde la
Federación tiene amplitud para moverse y ser eficaz, ofreciendo
alternativas de cohesión y participación conjunta para defender la
caza y todo lo relacionado con ella. Lo del 14 de Abril, resultó un
fracaso de programación y de asistentes sin paliativos. De no ser
así, lo mejor es que lo dejen. Son muchas muestras de desidia las
que se les observa. Flaco favor no están haciendo.
La
última tentativa para desnaturalizar el ejercicio de la caza, viene
precedido por la acción de los gestores de COGERSA (vertedero
central de Asturias ) que han decidido contratar a una empresa, al
objeto de eliminar el problema de los jabalíes que irrumpen en sus
terrenos en busca de comida. Una medida paliativa que no es
compartida por los cazadores, quienes mostramos nuestro malestar al
sentirnos perjudicados, puesto que entendemos, que estas regulaciones
deben de hacerse unicamente desde los dispositivos que la caza tiene.
Como quiera que sea, este es todo un síntoma que deja en evidencia
la falta de energía influyente por el que atraviesa la caza
asturiana, sometida a tener que soportar silencios cómplices;
reitero lo de la Administración Publica y Federación. A esta última
no le valdrán “rasgarse las vestiduras” ahora que el daño está
hecho. Una Federación activa, estas cosas antes que sucedan ya lo
tiene que saber y tratar de ponerle freno. Insisto, con una caza
unida haciéndose fuerte, reivindicativa, con liderazgo y compromiso,
estas cosas, tan humillantes para el sector, no pasarían. Se lo
harían de mirar mucho.
Prohibir
la caza, sin medir sus consecuencias, es algo realmente inaceptable
por innecesario además de contraproducente. Cualquiera que muestre
sus deseos de no permitirla seguir con su continuidad en las
condiciones que lo hace, desconoce en profundidad de lo que habla o
es que mantiene a sabiendas que tiene intenciones de hacerle daño.
Hoy la caza es mas necesaria que nunca. Si no hubiera cazadores
habría que inventarlos. En Asturias tenemos una fauna cinegetica de
gran variedad y densidad que vive en libertad, pudiendo ser
observada con cierta facilidad, en cualquier rincón y momento. Nada
de esto ocurría antes de la gestión de las sociedades locales de
cazadores. Complementariamente a este buen hacer, la caza es un
socio fiel con aquellos que defienden la fauna silvestre protegida y
en peligro de extinción. Son recursos naturales de una gran riqueza
patrimonial que tenemos los asturianos. Nada de todo esto ha sucedido
por casualidad ni generación espontanea.